martes, 20 de abril de 2010

Mala dirección, peor guión


Crítica de cine por José Antonio Triguero
"El dios de la madera" de Vicente Molina Foix
13 Festival de Cine Español de Málaga

Fotos de Javier Braojos
"Un descubrimiento, un deseo, un pasado. Marisa Paredes". Así se presenta el programa de la película que hemos visto a las 12 de la mañana, hoy martes, en el Teatro Cervantes, dentro de la sección de largometrajes a concurso. Es la forma en la que han elegido hablar de "El dios de la madera", film dirigido por Vicente Molina Foix. Aparte de la cursilería de la entradilla del dossier de prensa, o precísamente por ello, está claro que se es muy consciente de que éste proyecto es infumable sin la presencia de la genial actriz. Las posiblidades de demostrar la solvencia interpretativa de la Paredes es innegable, pero también lo es que no se profundiza en las tres tramas apuntadas: la inmigración, que queda como telón de fondo pero sin que la dirección ni el guión se mojen, la dificultad de envejecer plasmada en la vida de una actriz retirada, tema nada novedoso y sobre el que se aporta muy poco, y el fenómeno "queer" que ha sido tratado de forma convencional y diría que hasta retrógada.

Los demás actores no son demasiado hábiles cuando existe acción física pero sí que han logrado expresividad en el rostro; pero el sentido de costumbrismo que se exhibe dota a la propuesta de un discurso reincidente y largo, con el prosaico objetivo de mostrar la vida y milagros de los protagonistas. No ocurre nada en el extenso discurrir de la presentación de los personajes, la acción no avanza y si lo hace es sin ritmo alguno. La historia está bien narrada pero es muy previsible y abundan los tópicos. Sabemos desde el primer minuto que la señora mayor y el joven negro de 25 años van a tener una historia. Los problemas de Rachid son tan básicos que no necesitan de tanta explicación reiterativa; ésto da a la historia un toque simplista de serie de televisión.

Las tribulaciones del personaje que interpreta con dignidad Marisa Paredes, son aburridas de tan obvias. La técnica de que el personaje se cuente a sí mismo detiene el tempo innecesariamente. Tan sólo dos cosas aparecen en la mente del espectador inquieto, ¿cuándo se enrollarán y cómo se lo tomará el hijo gay? Pero se ve también rápidamente que la cosa no terminará nada bien y ésto nos hunde en el más absoluto desinterés. Asi después ¿cómo no? el hijo se lo pasa fatal, "ya es sabido que los homosexuales tienen un edipo total". Nuevo tópico. Aparte de que el marroquí tenga que ser marica.

Mala dirección y mal guión; de nada vale decir, como afirmó Molina Foix en rueda de prensa, que los actores son coautores de la cinta. ¿Hemos de deducir entonces, que se les pagará sus derechos de autor? Es una pena que se seleccionen "a priori" los largometrajes a concurso, recordemos que este proyecto se presentó el año pasado, por el hecho de que lo encabecen o lo dirijan nombres célebres.

Si en esta película no interviniera Marisa Paredes, el fiasco sería notorio y palpable, pero esta señora de la actuación nos puede, embriaga y emociona. Su progresión es lo único verosímil dentro de un entramado sin ritmo que a veces tiene trazas de reportaje de caja tonta.

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