domingo, 28 de febrero de 2010

Maestros del Jazz



Crítica de música / Miguel A Barba
Jam Session en el Teatro Auditorio

Entrada al Teatro Auditorio. Foto: Miguel A Barba.


El Viernes 26 de febrero pudimos asistir al Concierto de Maestros que supuso la clausura del 6º Seminario Internacional de Jazz y Música Moderna. Este seminario se ha desarrollado en Alhaurín de la Torre pero en su cierre las personas que participamos, alumnado, profesorado y bastante público acudimos a la cita en el Auditorio provincial de Diputación.

La noche comenzó un poco fria con el trio formado por Aaron Goldberg al piano, Gregory Hutchinson a la batería y Reuben Rogers al contrabajo. Interpretaron un soberbio tema original del pianista titulado "One's a crowd". Seguramente contribuyó a esa frialdad que el sonido no fuera el más adecuado debido al zumbido que salía de los altavoces; pero poco a poco el trío comenzó a calentar mostrando finalmente pinceladas de una buena composición.

La entrada del guitarrista neoyorkino-israelí Gilad Hekselman fue dibujando un poco más lo que sería posteriormente la tónica: buenos músicos y buenos temas; pero hasta ese momento parecía todo un poco compungido y atribulado, sin atreverse aún a dejarse ir. Como si se temiera que al no ser un grupo que se conoce, que ensayan y tocan juntos mucho tiempo, se saliera un poco de madre el concierto. Una versión de "Serenity" con una gran interpretación a la guitarra fue templando los instrumentos.

La entrada del saxofonista suizo Nathanael Su y su interpretación de "If I fall in love" refrendó la sensación de frialdad a cada entrada de músico nuevo, pero a partir del siguiente tema parece que la fuerza del baterista y el muy buen hacer del contrabajista fueron contagiando al resto. La entrada de la cantante Celia Mur fue calcada a las anteriores, primer tema cantado un poco frio y contenido, el siguiente más incisivo y con mucho más mordiente musical. Finalmente hizo su entrada el vibrafonista Raúl Benítez que, si bien fue un poco accidentada al tropezar con el contrabajo y desconectarlo, en breve pudo comprobarse que su forma de tocar era todo lo contrario, nada de titubeos ni vacilaciones; al más puro estilo Burton, todo fuerza y maestría.

La versión del ya clásico "Caravan", del trombonista Juan Tizol, fue de lo más interesante con muy buenas improvisaciones así como trabajos de melodías pluri-instrumentales. La improvisación de la cantante fue bastante buena al alternar ritmos vocales, juegos arabescos y latinos. Demostró un gran dominio del canto pero parecía como que quisiese contener excesivamente la voz.

A estas alturas el grupo estaba ya mucho más entonado y suelto lo cual nos permitió comprobar la calidad de sus miembros, destacando además de los antedichos bajo y baterista, a Hekselman,  Benítez y especialmente a Goldberg.

Finalmente, entre los bises un estandar de lo más clásico, versionado y reinterpretado en innumerables ocasiones, el sempiterno "Autum Leaves". Tema basado en el original francés "Les feuilles mortes" de 1945.

Una buena noche de Jazz y una buena demostración de la calidad de los maestros del seminario si bien, el feeling y el blues, llegaron un poco más tarde de lo esperado.

Llama la atención la cantidad de personas que reunió este evento. Al tratarse de Jazz se podría pensar que es una música mas bien minoritaria en Málaga. Pero la cantidad de gente joven que se acerca a este estilo hace pensar que debe ocupar un lugar más relevante en salas y teatros, más allá de espacios puntuales en algún festival o certamen.

sábado, 27 de febrero de 2010

MUestra de DAnza de Andalucia. Dia TRES.



Reportaje Gráfico / Javier Braojos


Lugares: Sala Falla, Teatro del Auditorio, Sala Gades y Teatro Cánovas, jueves 25 de febrero.
Lo mejor: "(espérame despierto)" de Mopa Producciones.
Lo peor: Que a causa del mal tiempo, el espectáculo "Pala-Pala" de R.E.A. Danza tuviera que suspenderse.



Tresolé con "Por los pies", trata de presentar la vitalidad del folclore y del baile español; aunque con factura de trabajo de fin de carrera que no pueden esconder pese a algunos elementos que podrían ser novedosos, como el pandero gigante que hace de suelo en ocasiones y que desplazan por la escena, cosa que no hace más que abundar en una pérdida de ritmo que lastra el espectáculo.

Es una propuesta popular pero con cierto toque rancio. Algunos detalles, como los guiños contemporáneos vertidos sobre la imagen del cenachero, no evitan su trasnoche. En el mejor de los casos nos encontramos ante un vodevil demasiado castizo, que se recrea mucho en lo bonito que es bailar. Con todo, Manuel Roldán tiene cierta gracia y vis cómica y lo mejor de la obra es un deje a zarzuela flamenca.


Los granadinos Vaivén Circo-Danza presentaron "Cayuco", serie de peripecias sobre el tránsito viajero interpretado por seis actores que abogan por el viaje como manera de airear el alma. La música está muy presente; dos de los actores tocan ora el bajo, ora la batería, los teclados, percusiones, flauta, etc...

El juego escénico tiene como principal elemento unos módulos de madera con los que van haciendo diferentes construcciones. La comicidad certera que utilizan se ve empañada en ocasiones por los guiños fáciles, pero entre bromas, acrobacias, pantomima, teatro gestual y bailoteos sencillos atrapan al espectador. Eso sí, como en otros espectáculos en este también hay poca danza y la que hay es muy recreativa, orientada hacia el humor y la estética.

La escena más hilarante es la de la profesora de ballet y los tres personajes masculinos vestidos de blanco en camisetas de tirantes y canzoncillos; bien reforzada la situación por la música en plan cine mudo y tocada a tres manos. Aún así, la comicidad se va perdiendo, pues se hace obvia y previsible la torpeza de los chicos. La torre de tres que se deshace con una caída en voltereta es lo mejor de la escena. Se agradece el efectismo del circo y la vitalidad de los actuantes.

Los malabares son originales y están bien ejecutados, las acrobacias son novedosas también y existe un gusto estético que impregna el escenario de imágenes bellas. La cuestión es si el humor está bien dosificado o peca de insistente en algunos tramos del espectáculo. Debido a ésto las piruetas y la propia música se hacen repetitivas. Y, como apuntaba más arriba, alguien podría preguntarse por la danza o incluso afirmar: ésto no es danza, igual que se dijo de otros espectáculos de la presente MUDA sin demasiados titubeos.


Mopa Producciones ofreció "(espérame despierto)", el mejor espectáculo de la última jornada de la MUDA. Plafones lumínicos en un lateral, una chica con un violín, un bailarín que saca grandes cubiertos de una caja, sopla, los tira al piso... Evoluciones que nacen de un imaginario particular venido de un proceso interior que desgranaban sin imposturas, a través de la delicadeza de una danza comprometida.

Ella toca el violín, él la cambia de posición espacial y le hace perder el plano, incluso la pone bocabajo, hasta que no puede seguir tocando porque el violín que queda en el suelo no da recorrido al arco. La traslada a otro lugar, deja el arco, se oye la respiración, los pasos, el roce de un cuerpo con el otro... ella de pié encima de él, manipula sus movimientos y camina con él debajo de sus plantas... recoge los cubiertos con una letanía ininteligible, los saca todos y los dispone alrededor de él que está tumbado en el suelo... concertina de la que solo suena el aire del fuelle, él trata de levantarse, lo impulsa el aire... abrazo de la concertina que ahora sí suena, él quiere salir y no puede, el amor lo atrapa, él con una mano y ella con la otra mano tocan la concertina y con las manos libres de cada uno danzan y describen figuras armónicas, enlazados...
La iluminación es original, sencilla y contundente, los contrastes sugeridos dan una calidez fotográfica a las imágenes, pronunciando volúmenes en blanco y negro. Es un gran placer verlos moverse. Eloisa Cantón y Juan Luis Matilla realizan una gran propuesta; el lenguaje que utilizan es directo y tocan al espectador con sus interpretaciones, sus disonancias, sus armonías rotas, sus silencios, sus abrazos. Y todo tintado de ironía, de humor inteligente.

Construyen un universo propio, algo que gusta ser mirado, sin morbo. Más bien, sugieren una mirada sincera, fascinada, envuelta en la magia de ver una relación en su esquema más íntimo, más profundo, soslayando las situaciones comunes y los tópicos con la elegancia de la sinceridad. Es una historia de amor en la que el dolor, la espera, la alegría y la erosión cotidiana son tratados con la misma dignidad, como parte de un todo.

Por todo ello es un trabajo rico, sugerente, que nos maravilla, hablan con realidad pero sin aturdir. Dado que la sensación que uno tiene como espectador es la de asistir a una experiencia vivida por ellos, compartida además por nuestra propia experiencia. Convertidos en observadores del mundo interno que nos presentan, nos invade de forma silente una atmósfera de misterio y de vértigo de lo conocido desconocido. En definitiva la mejor creación de la MUDA 2010. Y cómo no, de la mano de la mejor danza contemporánea.


Teatro del velador con "Hildegard" compuso un escenario monumentalista donde lo más sugerente fue la mirada del observador sentado (Mostapha Bahja) en una silla, micrófono en mano, detrás del músico-narrador oficial del rito planteado. Un rito que es una especie de exhorcización obsesiva, presidida por la imagen de una imagen de la Virgen en un rincón y de una madre desaparecida desdoblada en los variopintos personajes que pueblan el escenario. 
El nivel de la danza ejecutada no es muy alto, aunque hemos de resaltar el trabajo de Carla de la Fe y el de Juan José Macías que ejecutan con dignidad los movimientos de sus personajes; brillantes en algunos momentos y libres de la actitud maquilladora del resto.

El violinista habla y se seca el sudor constantemente, empeñado en la búsqueda de su madre. El observador tiene un micrófono y acompaña con su voz y percusivamente. Múltiples disciplinas y elementos se entrecruzan, teatro de coros, universo lorquiano, algún toque oriental, cabaret, cierto apunte Tom Waits, roces estéticos a lo Pina Bausch, Kantor en el observador, etc... Claro que la propuesta resulta cansina de tanto ardor edípico, de querer ser excesiva y de lo bien que se hablan idiomas.

viernes, 26 de febrero de 2010

MUestra de DAnza de Andalucia. Dia DOS.



Reportaje Gráfico / Javier Braojos


Lugares: Sala Gades, Teatro del Auditorio, Sala Falla, IES Cánovas del Castillo y Teatro Cánovas, miércoles 24 de Febrero.
Lo mejor: La Imperdible con "La mirada transparente"
Lo peor: A la de tres ¡Danza! don "Un patito no tan feo".


Aladetrés ¡Danza! presentó "Un Patito no tan feo", espectáculo para niños que tiraba de estética sin ofrecer nada a cambio. Los elementos escénicos de esta función están muy cuidados, cosa que no quiere decir que lo hayan hecho adecuadamente; el envoltorio es mejor que el caramelo. Una pata (una bailarina) cuida sus huevos, uno muy grande y otro más pequeño. Asistimos al previsible nacimiento de los polluelos. El ciclorama se utiliza para ofrecer tonos y colores que enmarcan movimientos de casi de danza clásica almibarada con formas teatrales muy obvias, convencionales y demostrativas. Las acciones son muy simples y se dan con cucharilla al pequeño espectador; celos entre los patitos, cuidados de la pata madre, aprendizaje del vuelo, dificultades, etc... 

Después del nacimiento del patito feo, lo obvio se convierte en ñoño; en el agua fictica podemos ver cómo "el patito" no se adapta mientras el ciclorama abunda en sutilezas seudopictóricas. Cada vez el espectáculo es más deslucido, menos sugerente. Por fin, el patito es descubierto por dos cisnes y siente algo extraño. Por fin, se lanza a la aventura y se va a conocer mundo.  Con su petate, vive los peligros del mundo. 

Limitados a solo tres actores, la sensación general es de pobreza interpretativa y las peripecias raquíticas y acciones, de excesiva duración. Lentos y repetitivos, tornan la historia en melodrama con la hogareña escena fallida de la madre e hija humanas en la que el tono general ya es de aburrimiento. La niña va recoger setas y ¿a quién encuentra?, al patito aterido de frío, lo lleva a su casa y lo cuidan. Termina todo con una exhibición poco clásica a pesar de la punta insistente de los bailarines, el tutú y las poses aprendidas.


La cía Guillermo Weickert presentó "Días pasan cosas". Comienzan hablando de la energía superpoderosa del público, afirman que "todo es mentira" y rompen a reír exageradamente en una escena interminable que da la sensación de ser ejecutada a discrección. Es decir, que pararían de reir cuando les diese la gana. Mucho texto. 

La invasión del texto que ya ha contaminado y vapuleado al teatro, parece que viene ahora con fuerzas renovadas a degenerar también en danza. Nos hicieron vivir una tertulia entre tres personajes que más bien parecía un aburridísimo trabajo de mesa. Era chocante que a pesar de los esfuerzos de esta compañía hacia una línea vanguardista, echen mano del teatro más manido, de aquél que ilustra el texto que se va diciendo. No escatimaron ganas en contar historias que luego demostraban con gestos o pasos de danza. 


Pasos de baile de salón, escenas morbosas con aire "provo" algo anticuadas,  proyecciones absurdas, impostación de la voz, sobreactuación, humor fácil, equívocos sexuales... y de repente, gravedad en la interpretación, cuadros decorativos, una pareja que ve la tele y un recitativo digno de los poetas de principios del siglo XX, pero que hoy día mueve a lo irrisorio. Un ¿personaje? va enumerando todo lo que había ingerido en 2005; observé que comió pocas alcachofas y que su alimentación era bastante mala. Quizás había una crítica solapada sobre la mala alimentación. No está mal como spot televisivo.


La siguiente formación hizo algo "tan sencillo" como una propuesta de danza. Así es como DA.TE. Danza enfoca "Fronteras".

Una especie de cubo metálico en el que solo apreciamos el esqueleto forma un espacio acotado que ocupa parte de la escena; un ambiente de circo reforzado por la música y la participación escénica de Totó Fabris, da la atmósfera suficiente para un espectáculo nada pretencioso y honesto. La secuenciación de sonidos en directo motiva a los actores que aparecen: él, aéreo y ella a ras de suelo. 

Cubos negros suspendidos dentro de la jaula cúbica que sirven para cambiar identidades; cuando se los ponen en la cabeza para describir espacios aislados, impersonales o íntimos producen imágenes sugestivas y danza de calidad, sobre todo por parte del bailarín Maximiliano Sandford. Danza para hablar de espacios, de límites. Lo hacen también con elásticos y con cierto aire postindustrial. 

Incluidos los límites artísticos, los bailarines hablan, el músico actúa creando múltiples lecturas, ...lo cotidiano, el amor sin valor, la placidez de la comodidad, romper muros, abrir puertas, el miedo, el juego que inunda la pasión, la risa, el delirio, la armonía, etc... 


Es una propuesta sin estridencias, que habla sin gritos ni poses a través de la danza, el swing o el circo. La última escena es elocuente. El músico en un soberbio solo final de saxo, ensancha su límite espacial y parece que echara a los dos bailarines que se van por donde han venido, cada uno de vuelta a su propio camino, el aire y la tierra. Totó se sienta en un cubo negro y toca con todas sus fuerzas como si intentara romper la frontera física del instrumento y de su propia caja torácica. Y al final una reflexión filosófica directa: "¿Te parecen que son tiempos éstos para hablar del alma?".


La compañía sevillana Producciones Imperdibles estrenó "La mirada transparente". Obra con la que dan una vuelta de tuerca más a sus interesantísimas propuestas espaciales en el terreno de la danza.

Como en otras ocasiones, han elegido la calle para cambiar la disposición del público que se sitúa debajo de unas tablas que son transparentes. Así los bailarines disponen de cinco planos de actuación, de modo que puede haber público a los lados, detrás, delante y debajo, éstos últimos bien acomodados en tumbonas; por arriba el espectáculo es observado por el mismísimo cielo convertido en ciclorama de lujo para el que lo ve cómodamente sentado.No es la primera vez que utilizan este tipo de espacio, ya lo hicieron con "Mirando al cielo", se nota que lo tienen estudiado.

Manuel Cañadas fue el responsable de configurar las cuatro coreografías de las que se compone la pieza; ha realizado un trabajo espléndido, limpio, ágil y dinámico. Con cuatro bailarines jóvenes ha conseguido dar unidad y empaque a la propuesta con maestría y sinceridad admirables. Grandes y eternos temas van desfilando por el escenario gracias a bailarines entregados al placer de danzar al unísono.

Sin duda fue lo mejor que pudimos ver este día. Y una maravillosa experiencia para los espectadores, todo estaba medido con justicia sin pretensiones hilarantes ni vericuetos empobrecedores.

Creación en función de lo efímero. Al vivir con intensidad un nuevo punto de vista, la danza queda revalorizada como motivadora de sensaciones y emociones. Un gran trabajo, fresco y elegante al mismo tiempo.


La compañía de danza de Fernando Hurtado presentó “Vórtice”, dirigida por Humberto Canessa, director de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica. Se presenta como la primera propuesta de una trilogía sobre el pintor inglés Francis Bacon. Como punto de partida es un proyecto muy sugerente que quizás necesitara un enfoque más subversivo. No en vano, Bacon es una personalidad artística desmedida, con una vida que le hace merecer el calificativo de maldita. El color blanco domina la puesta en escena, como lugar en el que pintar las obsesiones del pintor, el marco para exhalar la poesía de los cuerpos en movimiento, los exudados desprendidos que definen la memoria y la existencia humana.                                                                                           

El arte como camino de curación y como forma de conocimiento de la fragilidad, la violencia y la autodestrucción que persevera en la naturaleza de hombres y mujeres.

Con una coreografía muy exigente tratan de plasmar la angustia, la idea de la muerte, la parte oscura y la despiadada tranquilidad mortecina de nuestras vidas. Las bailarinas responden con entrega a esa exigencia, logrando momentos de gran intensidad y belleza. Aún así, pienso que no daban la talla porque van al límite, sin ningún respiro, dejando al descubierto todo lo que pueden o no pueden dar de sí. Igual es eso lo que se pretendía pero entonces, quizá, se tendría que haber dejado de lado la destreza técnica, la perfección de cuadros estetizantes, abogando más por un espectáculo orgánico y descarnado. Aún con eso, "Vórtice" está entre las mejores piezas de la MUDA 2010.


jueves, 25 de febrero de 2010

MUestra de DAnza de Andalucia. Dia UNO.



Reportaje Gráfico / Javier Braojos


Lugares: Teatro Cánovas, Sala Gades, Sala Falla y Teatro del Auditorio, martes 23 de Febrero.
Lo mejor: La Tarasca con "Las cuatro estaciones".
Lo peor: Dos Proposiciones Danza-Teatro con "Capítulo VIII del Código Civil: de la disolución del matrimonio".

La Tarasca presenta "Las cuatro estaciones", teatro y danza para los niños. Escenografía colorista que enmarca la acción en clave de danza, pantomima, farsa, onomatopeyas, humor, cabaret, magia y una atmósfera poética. Aroma romántico en la caracterización de los personajes y en el pasar las estaciones.
Misterio y divertimento en una danza juvenil y lúdica con momentos para la nostalgia, el romance y el transformismo.

        







Un trabajo honesto y completo que dignifica el arte hecho para los niños y mayores con sensibilidad. La forma de versionar la música de Vivaldi es brillante, respetuosa y actual.

























"Hola, permíteme un instante antes de comenzar: ¿qué piensas que vas a ver a continuación?" Bikini.Ducc con "Assemblage" interpela así al espectador para hablar sobre la comunicación,  la identidad y la relación entre la danza y el lenguaje, dos caminos para aceptarse uno mismo. El trabajo audiovisual, la voz en off, la mujer sin rostro envuelta en papel de plata aportan los mejores momentos del espectáculo.



La primera parte del espectáculo es menos sugerente, dado que hacen depender mucho del texto el ritmo de la escena y no siempre es creíble. Van de menos a más, mejorando a partir de adentrarse con más osadía en el territorio del performance.Los números bailados se limitan a veces a seguir el ritmo, sin discurso danzístico.




La acción de "El libro de los venenos" ha comenzado cuando los espectadores entran. Bicicletas en el suelo y suspendidas en el aire y un ambiente irrespirable de garage vital, graffitis imposibles, manchas y cadenas hacen presagiar que nos encontramos ante una obra diferente, donde la metáfora deja paso a la contaminación artística, a la devoción y al rito de la muerte en sus múltiples significados.

















La Pharmaco ha construido una especie de aquelarre del placer en torno al envenenamiento sistemático, de autoagresión para descubrirse a uno mismo y al otro. Un ritual masoquista para reconciliarse con el monstruo interior y amarlo.
Con la voluntad de contagiarse en la belleza de la degradación, en las visiones o en la percepción desquiciada, esta joven compañía pisa terrenos artaudianos o pánicos pero creando universos cerrados sin una clara intención provocadora. Los conflictos en situaciones límites son muy básicos. La excesiva juventud de sus integrantes hace poco creíble, en ocasiones, lo que estamos viendo en escena, como por ejemplo el recitado del texto. Pero ¡qué narices! todos podemos ser bicicletas.




Dos Proposiciones Danza-Teatro nos reciben en la antesala de la sala Gades, vestidos de novios que no ven; tapados los ojos por el flequillo, la novia, y por el sombrero de copa, el novio para dar comienzo a "Capítulo VIII del Código Civil: de la disolución del matrimonio". Después de esa poco sutil metáfora, aunque reveladora, nada más tenían que decirnos. Una vez dentro se recrea una boda y un encuentro para otra boda, aderezado por la peor música de enlaces matrimoniales.
 Muchas acciones mimadas en una propuesta facilona, convencional, con largos oscuros. Poca danza, mucho "hacer teatro", pleno de lugares comunes, tópicos y una coreografía nada novedosa. Temática trillada con una actuación muy exagerada llena de aspavientos. El texto y la interpretación tremendistas. Diapositivas de fotomatón. En fin, los Álvarez Quintero de la danza.



Excéntrica Producciones cerró la jornada con "InFame o el placer de lo efímero". Con la intención de ser un sarcasmo sobre la fama se quedó en una especie de recreación insulsa de los vicios y los temores de los personajes basura que nos presentaron. Un escenografía espléndida utilizando el color blanco en un montaje pretencioso con poca chicha para dar. Los actores empujan el texto y de qué manera. No les vendría mal un curso con Vicente León. la dicción tampoco es que sea muy fina que digamos. 

Mucho kistch, mucha imagen y pocos prejuicios a la hora de utilizar chistes fáciles, bromas insulsas y poca danza. Tampoco esconden la previsibilidad de lo que van a hacer y un cierto snobismo como si se hubieran contaminado de lo mismo que prentenden criticar. Lo mejor: el cochecito teledirigido que les trae cava y alguna cosa más.  La escena en la que dicen citas incansablemente por los micros parece construida para autojustificar la propuesta y la pelea por comida resulta insostenible. En fin como diría la Carmen de Mairena y ellos mismo proclaman: "Todo lo que tengo de morro lo tengo de potorro".