domingo, 21 de marzo de 2010

Pina Bausch por Meike Schönhütte



Comunicación / Meike Schönhütte


Presentación de la proyección "El llanto de la Emperatriz"
Homenaje a Pina Bausch en la sala Gades, jueves 18 de marzo 2010





Fragmento de "El lamento de la Emperatriz. (Ver más)

Cuando pienso en Pina Bausch, pienso en cuatro cosas:

cigarrillos - abucheos - la mirada de ella - y ovaciones entusiasmadas

Sobre porqué relaciono los cigarrillos con Pina Bausch, podemos hablar más adelante; quizás me gustaría empezar con los gritos de protesta y abucheos que provocaba al inicio de su gran carrera profesional.

Cuando yo era niña y di mis primeros pasos de ballet, corría hacia la tele siempre que había algo relacionado con la danza en las noticias y me acuerdo muy bien de las primeras imágenes que se grabaron en mi retina cuando tenía probablemente solo seis o siete años: una habitación llena de hojas secas, mujeres que caían al suelo gritando y que luego, se arrastraban sentadas por el suelo de esta habitación. En las noticias se comentaban las reacciones del público que en gran parte salía del teatro acompañado por portazos y gritos de protesta; y mi madre me decía: "¿ésto sigue siendo danza?". Yo que esperaba ver bailarines en vestidos brillantes, iluminados por una luz vibrante bailando como sílfides le respondí: " No mamá. Ésto ya no es danza."

Eran los años 70 y refleja probablemente la sensación de muchos espectadores que iban al teatro para ver una danza bonita y se tropezaban con imágenes de violencia y ternura a la vez, con coreografías que consistían más en movimientos cotidianos que en piruetas y grandes saltos. La obra de la cuál hablo era muy probablemente "Blaubart".

Ésto se olvida la mayoría de las veces que se habla del trabajo de la gran Bausch. Sus inicios rompedores no eran fáciles y Pina recibió hasta amenazas telefónicas nocturnas. Ella ha revolucionado la danza; una gran influencia en su trabajo fue seguramente su profesor y mentor Kurt Jooss, uno de los representantes más importantes de la danza expresionista alemana. Su obra más conocida fue "Der Grüne Tisch" (La mesa verde) y él posiblemente, fuera el inventor de la danza-teatro aunque hoy en día relacionamos sobre todo a Pina Bausch con el género Tanztheater/ danza-teatro.

Pina Bausch buscaba entonces su forma de expresión y un momento clave en su búsqueda fue probablemente, la producción de "Er nimmt sie an der Hand und führt sie in ein Schloss, die anderen folgen" (La coge de la mano y la lleva a un castillo, los demás siguen) en 1978 en Bochum. Peter Zadek la invitó para crear una versión de Macbeth y Pina se encontró con una situación difícil. Gran parte de su propia compañía se negó a bailar sus pasos. Entonces decide trabajar con solo cuatro bailarines, cinco actores y una cantante. El material coreográfico que ella tenía preparado no se podía trabajar de la manera que Pina lo había preparado. Entonces empezó a preguntar a los interpretes si querían compartir sus asociaciones sobre Macbeth con ella y del material improvisado montó la pieza. El espectáculo se hundió entre abucheos y gritos de protesta, pero Pina había encontrado su manera de trabajar que la llevaría poco a poco al éxito mundial.

Un lenguaje poético de imágenes y movimientos.

Pina Bausch ha buscado siempre lo que mueve al ser humano, no buscaba el movimiento. Todos sabemos que sus bailarines tienen una excelente formación de danza clásica y moderna al igual que la tuvo ella y sabemos que Pina Bausch creó grandes coreografías de puro movimiento, pero esta parte de ella que buscaba expresar lo más íntimo, lo interior quería prescindir muchas veces de pasos y mostrar la sensación de un momento en estado puro para transmitir lo que movía el personaje.

Para ello necesitaba a bailarines que estuvieran dispuestos a alejarse del ideal bailarín clásico, su perfección y su belleza, tanto física como mentalmente.

Yo me acuerdo de mi propia audición para la compañía. Tenía unos 20 años y había entendido que el trabajo de Pina Bausch era algo que me interesaba. A esta audición vinieron nada más y nada menos que mil bailarines. Bailarines bajitos y altos, delgados y gordos, con piercing en la nariz y bailarinas con la cabeza rapada. Yo aluciné. La dirección dividió a los bailarines en dos grandes grupos que audicionaron en dos días diferentes. Pina quería verlos a todos. 

Primero dimos una clase de ballet en la inmensa sala de danza de la ópera de Wuppertal. Yo creo que la clase duró unas 4 horas porqué éramos alrededor de 15 grupos de bailarines que buscaban un lugar en la famosa compañía. Lo que no voy a olvidar era el interés que mostraba Pina en cada bailarín ni su mirada... una mirada llena, intensa, interesada, que parecía traspasar paredes. Pina entonces tomaba su silla de madera y se situaba al lado de una barra de ballet y te miraba mientras fumaba en cadena, luego cambiaba a otra barra de ballet para contemplar a los demás bailarines. Uno puede pensar que ésto era una falta de respeto hacía los bailarines, pero nosotros estábamos preparados para eso. Todos sabían en aquella época, que Pina no paraba de fumar. 





Una anécdota: Como yo no tenía mucho dinero cuando vivía en Wuppertal trabajando para otra compañía de danza-teatro, sacaba siempre las entradas más baratas en las últimas filas. Pina solía ver todas las funciones de sus espectáculos cuando no bailaba ella misma, desde las últimas filas y la veía a menudo sentada allí. Un día la pausa entre los actos se hizo muy larga y los espectadores empezaban a preguntar al personal del teatro porqué no seguía la función. Una empleada del teatro respondió con un tono de admiración y en el típico dialecto de la zona: "Nuestra Pina se esta echando un cigarrito..." Todo el mundo sabía lo que significaba el tabaco para Pina Bausch y entonces incluso las pausas en los entreactos se alargaban para que ella pudiera fumar tranquilamente.



Volvemos a la audición y a las miradas de la gran coreógrafa. Pasábamos al centro, cosa que duraba una eternidad debido a la gran cantidad de bailarines. A veces esperábamos 20 minutos nuestro turno. Como ella no quería dejar de ver a nadie, no hacía selección después de la barra. Entonces después del centro, elegía quien iba a quedarse para aprender parte de la coreografía de "Iphigenie". Pero no nombraba los números de los bailarines que se iban a quedar para luego despedir a los demás con un "muchas gracias a todos los demás" como era habitual en las audiciones. ¡No! Pina llamaba grupo por grupo al centro de la sala. Se ponía de pie delante de nosotros y volvía a mirarnos. Miraba un buen rato y a algunos de nosotros nos dedicaba unas palabras. A mi me dijo: "Me pareces interesante... pero creo que deberías volver dentro de unos años. Eres muy joven." Yo me sentí honrada.

Esta mirada de Pina Bausch era algo muy intenso. El director de cine Wim Wenders (El cielo sobre Berlín) dedica en su homenaje en septiembre 2009, gran parte de su testimonio a esta mirada. Quien la ha presenciado una vez no puede olvidarse de ella. Una mirada que era a la vez cansada y agotada y al mismo tiempo llena de una energía que parecía no tener fin. La cabeza ligeramente inclinada, el pelo peinado hacía atrás, una persona tan frágil, con su cara pálida que observa el mundo con sus ojos llenos de curiosidad... Como dijó Wim Wenders: "ella parecía atravesarte con una mirada y miraba profundamente dentro de ti."

A Pina le resultaba muchas veces difícil encontrar las palabras adecuadas para expresarse. Quizás por eso, su mirada era tan importante. Cómo veía las cosas y cómo nos hacía ver sus imágenes. Creo que la siguiente proyección de "Die Klage der Kaiserin" (El lamento de la emperatriz) no puede dar mejor testimonio sobre esta mirada sobre el mundo, ó mejor dicho, al interior de los mundos que nos rodean. La composición que hace Pina Bausch para transmitir sin palabras lo que ella quería decir, deja abierto un espacio para el encuentro entre el espectador y su propio universo y el universo de la creadora y sus intérpretes.

Pina dijo una vez: "Mis piezas no crecen desde delante hacía atrás, sino desde el interior al exterior" Eso dice mucho sobre su manera de trabajar.

Recuerdo muy bien un estreno que retomaba la obra "Iphigenie" del año 1971 al principio de los noventa. Está misma pieza recibió abucheos en 1973, el público protestó y hubo una época en la que la coreografa no se representaba sin ser acompañada por alguna persona debido a las amenazas que recibía. Había gente que llegó a escupirla. Ésta misma pieza junto con "Orpheus y Eurydike" del año 1975 se retomaron en los años noventa, pero está vez el público se puso en pie y aplaudió durante largos minutos gritando bravos en vez de abuchear. Y ahí estaba Pina Bausch, no sonreía, solo miraba. A mi me parecía ver cierta tristeza en su mirada y a la vez un gran entendimiento, no juzgaba. Una mirada casí indescriptible por estar tan llena de emociones diferentes. Tristeza, amor, ternura, entendimiento, crítica y curiosidad.


Quizás era por eso que Pina decidió mantener todas sus obras (40) vivas, porqué todas eran válidas. Como ella quiso aprender y mejorar hasta el final, supongo que le interesaba como serían percibidas a lo largo de los años.


Hoy os dejo con "El lamento de la emperatriz", una película del año 1990, donde podréis compartir la mirada de Pina Bausch para las situaciones y el interior de estás situaciones.


No esperéis muchas piruetas y grandes saltos. Viajemos a través de las imágenes que nos ofrece esta obra. Un collage de mundos y emociones que nos deja espacio para un encuentro entre nuestro interior y el interior de Pina.


Una ventana de muchas ventanas que Pina Bausch ha abierto a los espectadores para soñar.


Las fotos son de sus admiradores en facebook

1 comentario:

  1. Se puede hacer danza teatro sin pasar por la formación Tecnica Clásica?

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