martes, 30 de marzo de 2010

Teatro de Salón por Trasto Teatro


Dientes y lágrimas por Angel IK. 
Obra: “Antes del desayuno” de O’Neill
Idea de TRASTO TEATRO,
Lugar: El salón de una casa, sábado 27 de marzo


Foto de "La contadora de garbanzos", otra obra de Trasto Teatro
Esta propuesta sobre la obra de O´Neill se centra en un fragmento de ella, montado para el salón de una casa. Lo mas interesante es que después uno tiene la posibilidad de hablar, debatir y participar en un colquio directo. La propuesta escénica se formula en clave realista y la novedad está en que se hace en un espacio nada convencional.

Esta idea, según miembros de la compañía, nace de la necesidad de hacer teatro, sin otro propósito que el de mostrar lo que se ha trabajado. Es una especie de entrenamiento que quiere ser más grande a partir de lo que se hable y de las experiencias de cada espectador que se queda a debatir, al final de la función.

Hasta allí fué nuestra colaboradora Angélica Gómez, la cuál utiliza un seudónimo. Hallarás una explicación en este enlace.

Sigo buscando a Feivorite. Lo único que sé de él es que alguna vez tuvo relación con el teatro en Málaga. Mi cliente tiene prisa en dar con sus huesos y no cesa de atosigarme con molestas llamadas al móvil y con correos electrónicos que borro antes de abrir. No sé cómo se coló en mi spam un correo invitándome a pasar una velada de teatro de salón en un piso de estudiantes cerca del nuevo edificio de la Escuela de Arte Dramático.Llegué con tiempo para investigar las cafeterías de los alrededores. Cuando dieron las nueve menos veinte llamé al portero electrónico y subí. Me recibió  Raúl, el director del tinglado quien con mucha amabilidad me hizo pasar a la cocina de la casa que estaba iluminada por velas y donde me ofreció un vaso de rioja mientras llegaba el resto del aforo.

Con una puntualidad europea la función dio comienzo a las 21,00 horas. Se trataba de “Antes del desayuno”, de O’Neill, una pieza breve que hurga en los asuntos turbios de un escritor alcohólico y fracasado y los de su joven esposa, costurera y descontenta con la bohemia.Es la segunda vez en todos los años de mi vida que acudo al teatro y creo que terminaré  por aficionarme sobre todo después de una experiencia como ésta, donde el espectador está tan cerca de la acción que hubo momentos en los que pensé en intervenir o en salir de allí para no molestar, quiero decir, para no romper la intimidad del personaje. El fracaso me mostraba dientes y lágrimas a menos de medio metro y eso me acojonó. También es verdad que hubo momentos en los que la representación me escupía a la cara y me devolvía al asiento, recordándome que aquello no era más que pura ficción.

Después de la puesta en escena, el elenco le pidió al público unos minutos para hablar del trabajo que nos habían regalado. Yo aguanté el tirón sin pronunciarme porque soy un mero recién aficionado y no entiendo de esto a lo que llaman “artes escénicas”.Sin embargo, entre los doce invitados que éramos, habían unos cuantos expertos que debatieron entre el naturalismo y el realismo. Una de las presentes, creo que era directora aunque tenía pinta de pitonisa de alguna televisión local, ya saben, de esas que no distinguen entre capricornio y libra, dijo algo acerca de los recursos del espacio y otra de las invitadas, de voz imponente y gorrilla a cuadros, les sugirió acomodar al público rompiendo la cuarta pared para que el impacto fuese aún mayor.En fin, no quiero convertir esto en una crónica teatral, porque yo no soy más que un detective en busca de un tal Johnny Feivorite y si escribo todo esto es para ver si alguien puede ponerme sobre la pista de ese tipo.

El caso es que viendo a la obra de esta joven compañía malagueña me entraron ganas de cambiar de profesión y de dedicarme al teatro, de verme implicado en algún proyecto como éste, será que hablaron de investigación y de búsqueda y al fin y al cabo eso es lo que a mí me va. 

La propuesta me dejó  tan buen sabor de boca que me fui a comerme un campero. Rumiando a solas en la mesa de un burguer cualquiera, pensé en Feivorite y si realmente alguna vez había hecho algo parecido a lo que acababa de ver esa noche, si alguna vez se había pasado horas ensayando para después exponerlo ante 12 espectadores de los que no esperaba ni un euro, tan sólo una confrontación de su trabajo para poder crecer como profesional.

Me dio por pensar en la juventud y en las ganas y fuerzas que son capaces de poner en el salón de su casa, en que tal vez el teatro ya no necesite escenarios ni circuitos comerciales, me dio por pensar en lo difícil y lo apasionante que debe ser querer sorprender, emocionar y agradar a un grupo de personas a la vez.

Pero, ¿quién es Johnny en realidad? ¿Un actor, un director, un escritor de poca monta? ¿O es un tipo que buscó la fama y el salón de su casa se le quedó pequeño? ¿Será un firma-autógrafos o un loco anónimo enmascarado? De regreso a casa, con las primeras luces del domingo despuntando, encendí la tele y me enteré de que se celebraba el Día Mundial del Teatro y yo, que creo en las señales… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario