miércoles, 21 de julio de 2010

Joaquín Sabina, La elegancia del poeta



Joaquin Sabina en Málaga
Por María Donaire

Auditorio Municipal
Jueves, 15 de julio de 2010

Foto oficial de la web oficial de Joaquin Sabina

Aparición sobria sobre el escenario de Los Prados del genio de la palabra, del poeta de todos, del ídolo de masas, avaro vendedor de cds en estos tiempos de crisis y compositor inmejorable, andaluz universal y maestro seductor de oídos, miradas, deseos y mentes.


Puntual, a las 22.30 horas hizo aparición Joaquín Sabina. De negro riguroso. Bombín, chaqué, pantalón y camiseta con interrogación, como el portazo que alguien en su día metió. Sonrisa agradecida y casi de incredulidad al ver a su multitud que se había dado cita con él, paseo acompasado de punta a punta del escenario y mirada cómplice con su público que muy bien sabía qué decía en la intimidad, en el tú a tú, a la que nos tiene acostumbrados y enganchados antes siquiera de abrir la boca.

“Te quiero”, “Te quiero” se oía decir por ahí. “Jolín, yo también le quiero”, pensé primero y grité después. Y es que, ¡cuánto gusta el canijo ese con su pícara mirada y su sonrisa de medio "lao"!

Acompañado por su elenco artístico de siempre, en el que no podían faltar Antonio García de Diego ni Pancho Varona, con algunas incorporaciones novedosas, como Marita, que compartió momentos de gran complicidad con Joaquín a lo largo de la velada.

Nos deleitó con casi tres horas de concierto. Y nos dieron las 11 y las 12 y la una también. Un lleno absoluto le acompañó hasta el final y que le sigue allá por donde vaya nuestro poeta y cantautor más singular, querido y admirado. Una legión de románticos liberales lo miraba, lo escuchaba, cantaba a la par y bailaba sin parar.

Romántico empedernido y liberal al máximo hizo guiños al sexo, al disfrute de placeres terrenales, a la crisis, al triunfo en el Mundial de fútbol y, cómo no, al amor, de ese amor que él entiende por amor y que nos aconsejó que no nos lo vendieran sin espinas, que no se pase de moda, y que, aunque él, a media noche encargue un buen champán francés para compartir siempre con otras, de sobra sabes que eres la primera. Y sin embargo, a pesar de todo eso te quiero, dejando claro, que algo que sí que no quiere son vecinas con pucheros. Si al final es un romanticón.


Cómo olvidar a sus musas, a sus amantes durante tantos años. Le acompañaron unas cuantas empezando por su “Princesa”, que recordó en primer lugar, de la cual tuvo que abandonar pues ya no podía seguirla en su viaje, aunque en algún momento hubiera dado la vida entera porque ella le pidiera llevarle el equipaje. Aún así, sigue enganchao de esa princesa. Pasó después a recordar a “La Magdalena” aquella que se refugia detrás de una gasolinera y pide un trago aunque es invitada por cien, pagándolos siempre Joaquín. A la “Rubia Platino” que al final era morena y que le daba besos de chica mala que sabían a fracaso también la recordó, haciendo vibrar a todos ya casi al final del concierto. Por último, decidió aparcar a sus chicas y se imaginó, como sale gratis echar a volar la imaginación, en la piel del Pirata Cojo, aquel viejo truhán capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera.

Nos deleitó con sus canciones clásicas y composiciones musicales más modernas del último trabajo, con versos dedicados a la gesta de Iniesta y a lluvia de tetas que sufre en estos días la Costa del Sol así como a los espetos, anécdotas varias, chistes casi improvisados y actuaciones teatrales con su Marita, así como su puesta en escena impecable.

Relató la preocupación que le llevó al psiquiatra tras cuatro años sin escribir. Cuatro años de huelga de versos sin tener vocación, motivo por el que a sus fieles pagadores de entradas de sus conciertos nos tenía bastante preocupados pues nos nutrimos directamente de sus creaciones, especulaciones e invenciones. Todas fantásticas y necesarias, al menos para mí. El "desubique" en el que se ubicaba le llevó, como comentó, a visitar al psiquiatra, aunque ni el psiquiatra ni nadie fue capaz de ayudar en aquella huelga, sino la escapada desesperada que efectuó al bar de la esquina que aún no le habían cerrado y una vez en la barra y en compañía de un amigo también aterrado por dudas existenciales pensaron que viajando solucionarían parte de sus inamovibles estancamiento, su huelga particular, viajando urgentemente a Praga, encontrando allí la semilla del encanto de su vuelta a la pluma, afortunadamente. Éste fue el preámbulo para cantar “Praga”, una de las lentas del concierto.


Dedicó canciones a familiares, elegidos y no elegidos, según él mismo se encargó de matizar. Hizo también un inciso para dedicar su segunda canción a aquel que le publicara en una revista de Granada su primer poema. Y a algún que otro poeta, que según él mismo dijo, con su “timidez congénita” no sabía cómo era capaz de atreverse a escribir existiendo esos artistas.

Del mismo modo yo intento plasmar con palabras una vivencia sin comparación como es el goce que se experimenta en un concierto de nuestro héroe salvador D. Joaquín, a quien tanto debemos. Así que, desde aquí termino este relato invitándoos a comprar una entrada para el próximo concierto y a que vibréis directamente con él.

3 comentarios:

  1. Querida María:
    Enhorabuena por tu artículo cargado de ingenio, me gusta tu estilo, es directo.
    Solo quiero matizar alguna cosa referente a los artistas que mueven masas y referente a Joaquín Sabina en concreto.
    Ser un comunicador que persigue la facultad de llegar a millones de personas, afecta a la pureza de la esencia del mensaje, pudiendo pervertir subliminalmente los fines del mismo. Me explico, no pocas veces, artistas y comunicadores han hecho de su bandera un ideal de apariencia revolucionaria, diluido en el mismo momento en el que desembocan siempre en las mismas gestas; las burguesías mas rancias.
    Hacen creer a las masas, muy inteligentemente que es legítimo lanzar resortes expresivos de fácil asimilación, para crear una adhesión de prolongada fijeza con el receptor y conseguir fines. Pocos se dan cuenta.
    Disculpen todos los seguidores y admiradores de Sabina, pero no creo en su mensaje, ni en su poesía ni en su música. No niego su capacidad malabar para parecer fiable.
    La poesía, la música y el arte son otra cosa.
    Entiendo perfectamente que Joaquín Sabina pueda desatar todas las pasiones y adhesiones. Creo que es un producto milimétricamente pensado para los fines que persigue.
    Mis felicitaciones a los cerebros que diseñan estas eficaces maquinas.


    Saludos
    Pedro Barrientos

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  2. Joaquin Sabina es un buen poeta, no es un gran cantante ni un gran músico pero es que es un cantautor, de los de siempre... Creo que todo está en movimiento, los que son burgueses hoy eran rebeldes en su juventud y en ese sentido Sabina ha sabido sustraerse a eso, pues es un poeta urbano desde hace mucho tiempo, no se ha quedado en la canción protesta y ha evolucionado con los tiempos, para bien y para mal.

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  3. Hola Pedro,

    releyendo el artículo meses después de la publicación contesto a tu crítica.
    Me parece que sí, que en cierta parte tienes razón, aunque le caracteriza un talento excepcional y una facilidad para la palabra extraordinaria, y eso no puede de ser un producto de alguien sino de sus cualidades y personalidad. La venta al gran público sí es estrategia de marketing, pero nadie vende como él. Y no creo que la clave la tenga su equipo de marketing totalmente.

    Me alegro que te guste mi estilo. No suelo escribir pero sí que me gustó la experiencia de comentar el concierto.

    Con respecto al comentario de Rodrigo pues también estoy de acuerdo, ha evolucionado con los tiempos y no se ha estancado, afortunadamente para todos sus seguidores.

    Este hombre ha conseguido un público tan amplio y variopinto y tiene una forma de enganchar tan peculiar que seduce con facilidad... y eso, a mí, me encanta.

    Saludos,
    María Donaire

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