lunes, 5 de julio de 2010

Terral. M'Barka Ben Taleb, ida y vuelta







FESTIVAL de

VERANO

TERRAL








M'Barka Ben Taleb.  Melting worlds
Día 3 de julio de 2010
Teatro Echegaray

Por Quique Jiménez
Fotos: Daniel Pérez TC



Todavía resonando en las calles de Málaga el trompeteo del triunfo español sobre las "huestes paraguayas", asistimos a un concierto que  prometía ser una balsa de aceite en las embravecidas aguas de la victoria futbolística. Y bastante de ésto hubo, incluido el vacío notable del patio de butacas del Echegaray.





M'Barka Ben Taleb apareció esobre el escenario después de que su grupo  comenzara a desgranar un tema con relajantes reminiscencias magrebíes, que ella se encargó de "tonificar" con el sonido de la darbuka que sostenía sobre sus rodillas. Siempre que se acude a la llamada de un conjunto que hace “ fusión”, el público espera cierto “exotismo” en el espectáculo, por aquello de las mezcolanzas culturales, etc, etc... Los músicos que acompañan a M'Barka no parecían exóticos, sino más bien lo contrario, eran como el vecino italiano de al lado de tu casa; pero este detalle quedaba compensado por el exotismo de la cantante, que con su aspecto de Macy Gray tunecina, su voz grave, que alternaba con poderosos cambios de registro y volúmen, y su simpatía , pronto encandiló al público.


Tras el tercer tema viajando por el Magreb, llegamos por fin, a Nápoles. Es curioso como la lengua árabe puede sonar en algún momento a dialecto napolitano (y el que haya visitado el sur de Italia sabrá de lo que hablo...). Eso lo hizo notar M'Barka en su preciosa y delicada adaptación de los temas populares napolitanos de la noche; acompañada por el dulce sonido del acordeón de Saverio Filomeno, que recordaba, con su melodía triste, acentos muy italianos, más que la -en principio, complicada- fusión que se pretendía. Reitero que el idioma árabe no estorbaba para nada en el dramatismo y la emoción de las canciones populares napolitanas, y que probablemente el mismísimo Passolini hubiese "flipado" con el experimento.


A destacar algunos momentos “peligrosos” (pero no muchos, menos mal...) durante el concierto, en los que se pasó del “O sole mio” más dulce y melódico, al “Azzurro” más festero. No, no es que se interpretara el “Azzurro”...,  quiero decir con ésto que los músicos se relajaron un poco, olvidándose por un momento de donde estaban (cosa muy normal en los músicos cuando cogen confianza con el público, por otra parte) de tal manera,  que parecía que estuviésemos en una verbena popular del sur de Italia. Así ocurrió con el  tema de estilo reggae titulado “Autocalore” dedicado “al agua y la vida”, y también con la especie de rumba, de cuyo nombre no puedo acordarme, un poco al estilo de Renato Carosone, puro cachondeo italiano con la vocalista danzando por el escenario.  No sé si me explico bien...





Continuó el concierto con un curioso tema de estrofas rapeadas en lengua árabe, apoyado por un público empático, con palmas que caldearon de nuevo el ambiente, y después de la “catársis”, llegó la calma con dos temas: el primero (dedicado a Málaga y en un castellano que parecía del siglo xv) muy de raices, muy folk, y a continuación, el tema napolitano por excelencia: “O sole mío”. Bello y potente (cantado también en árabe) , todos participamos en él de forma nostálgica y felíz -
quién no ha cantado alguna vez el “O sole mío” y hecho de coro de fondo en los estribillos- con un “nananaanaa” muy multicultural, dirigidos por M'Barka. En los bises finales, un tema, “Luna Rossa” ,interpretado en francés, una adaptación de una canción popular venezolana que aquí en España popularizó la cantante Soledad Bravo y una  bellísima canción napolitana, cantada, esta vez sí, en napolitano del verdadero.


Para finalizar el concierto, regresamos al Magreb y ellos volvieron a retomar los ritmos norteafricanos con alegría. Son las cosas que pasan si “mezclamos mundos”.





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