lunes, 5 de julio de 2010

Teatro del Mentidero


Y si yo les contara…
por Norberto Rizzo



Título: Si yo les contará
Sobre una obra de Fernando Quiñones
Dramaturgia y dirección: Santiago Escalante
Interpretes: Ramón Rivero y Santiago Escalante
Lugar: Teatro Cánovas, sábado, 12 junio de 2010


Por tercera vez tengo la oportunidad de ver un espectáculo de la compañía Teatro del Mentidero, y lamentablemente, no puedo decir aquello de que a la tercera va la vencida. Esta compañía tiene evidentemente una línea muy clara de por dónde van sus derroteros, la reivindicación de un sector marginado de la sociedad.


Creo que aquí está el primer desajuste temporal de los planteamientos que realiza esta compañía en sus montajes. Ya he dicho anteriormente que este es el tercero que veo de ellos. Las reivindicaciones que se hacen durante el espectáculo se han quedado antiguas. Esa Andalucía de la que se habla casi con añoranza, no existe. El tipo de homosexual del que se habla, no es ya el “gay” con el que convivimos hoy en día.

Es totalmente real que los homosexuales que hoy están en la llamada “tercera edad”, tienen todo mi respeto y reconocimiento a una vida de sacrificio y reivindicación, y es de reconocer que si hoy hay la libertad de tendencia sexual que existe, es gracias a la lucha constante de esas “mariconas”, como el personaje de la obra prefiere que le llamen. Pero eso no quita que el discurso sea antiguo y peligroso.

El decir -en esta época en la que tener relaciones sexuales con condón es como comerse un merengue con envoltorio y todo-, aunque después sobre la marcha se quiera corregir, es cuanto menos una brutalidad. Hablar de los homosexuales como personas que solamente se dejan llevar en sus vidas por el tamaño del miembro de otro hombre, como que tampoco.

El mensaje de esta compañía, o por lo menos la visión que le queda a la gente que ve la obra, y ésto no es solo mi opinión si no la de mucha gente que habla cuando sale del teatro, es la que tenía mi abuelita: El mariquita es el que recibe. Y me perdonarán, pero este concepto hoy por hoy es retrogrado. Y no hablemos de la visión que hay de la prostitución y de la sociedad andaluza.

Pasando ya a la puesta en sí, es simple e intenta meter al espectador, desde antes de comenzar el espectáculo, en el clima en el cual se va a desarrollar la acción. Estamos en un congreso del mundo de la mujer. Aunque no sabemos muy bien si el personaje es una mujer o un transexual, ya que el discurso que mantiene todo el tiempo es el mismo que podría mantener el personaje televisivo y séquito de “La Faraona”, el golosina, o la misma Carmen de Mairena; pero no una mujer.

Esta compañía que repite en el Teatro Cánovas, es una isla en la programación arriesgada y modernista que marca la línea de programación del Teatro. Y ésto se puede medio entender, al ver los logos de la Junta de Andalucía que respaldan los montajes de este grupo.

El protagonista, Ramón Rivero, no muestra ningún recurso actoral nuevo en este montaje, salvo que ha actuado a un mes y tres días, según él mismo dijo al finalizar la función, de sufrir un infarto de miocardio, lo cual más que ser un elogio actoral es una demostración de entereza. El personaje de Youssef Boukrim fue sustituido sin aviso ninguno, por el mismo director del montaje, Santiago Escalante, de quien no se entendía muy bien por qué no hablaba, transformándose en un extra de televisión que no ha cobrado como figuración especial.

Lamentablemente, es un espectáculo que se ha quedado anclado, como dice el tango "...en la gloria de haber sido y ya no ser".


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