miércoles, 7 de julio de 2010

Buika, torbellino apasionado


FESTIVAL de

VERANO

TERRAL


Buika. El último trago
5 de Julio de 2010

Teatro Cervantes

Por Quique Jiménez
Fotos: Daniel Pérez TC





Está claro que Buika es bastante conocida por el público malagueño, y que no había sesión de fútbol importante a la vista. El caso es que el patio de butacas estaba a más de la mitad y había ambientillo en los pisos superiores. Bien: suficiente quorum para que el concierto se desarrollase con toda normalidad (o sea, que el ruido de los aplausos llenara el teatro, que se oyeran gritos dedicados a la artista, en definitiva, que el público se hiciera notar en la sala)


Todo el que fué al teatro esa noche a escuchar "Mi niña Lola", quedó (gratamente) decepcionado o, al menos, sorprendido. Porque lo que vimos sobre escena fué una transformación, una transmutación, una posesión en toda regla. Porque por allí aparecieron los espíritus de La Lupe (en la versión de “Un mundo raro” y “Canción de las simples cosas”), Celia Cruz guaracheando (“Luz de luna” y “Mentirosa”,) y hasta, si me apuráis, Ella Fitzgerald, en una jazzística versión memorable de "Cruz de olvido" de Chavela Vargas que, por otra parte,  nos “redescubrió” a unos grandes músicos esa noche .

Buika se dejaba poseer por los seres celestiales que le llegaban del éter y transmitía esa energía y ese swing a raudales sobre el público asombrado. Se llevaba las manos al bajo vientre, como queriendo arrancar todo el sentimiento que quería transmitir (“En el último trago” )

Fué una Buika tremenda, casi una sacerdotisa que convocaba con sus movimientos de Candomblé a los espíritus de los dioses del agua y del amor, acompañada por acólitos de una gran calidad en esta ceremonia.

El maestro “Melón” (Iván Lewis) acompañó al piano todos los temas con una gran maestría y empatía, así como el percusionista Fernando Favier, que consiguió capturar esa noche toda la fuerza de los ritmos de la santería cubana y de la bulería flamenca, siguiendo a su particular santera en el tema “Tú volverás” (Buika musitaba entre estrofas : “diós bendiga al compás por bulerías”...), así como el contrabajista Danny Noel, que participó de forma magistral en todo este ritual emocionante.


En escena, Buika se nos presentó entrañable y hermosa. Sonrisa perenne, dulces o divertidas frases con las que dialogaba con el público entre canción y canción, y su presencia sencilla y humana, alejada de todo rastro de "divismo"; y esa sencillez y ternura derramadas sobre el escenario, su suave voz, se transformaban de repente en un huracán, en un torbellino apasionado. Bolero, rumba (cubana, por supuesto) jazz, chamamé, quejío flamenco y bulería, se mezclaron en un gran espectáculo con ritmo ascendente, que no dejó indiferente a ninguno esa noche. ¡Olé, Buika!

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