domingo, 24 de enero de 2010

Pura impostura

Crítica de teatro/ José Antonio Triguero.
XXVII Festival de Teatro de Málaga.




Lugar: Teatro Cervantes, 22 de enero de 2010.
Obra: Fedra.
Version: Juan Mayorga sobre Eurípides, Séneca y Racine.
Actores: Ana Belén, Alicia Hermida, Fran Perea, Chema Muñoz, Javier Ruiz de Alegría, Víctor Elías.
Dirección: José Carlos Plaza.

Que una productora como PENTACIÓN haga propuestas clásicas es como mínimo poco ilusionante y que ponga al frente de esa apuesta a Juan Mayorga y a José Carlos Plaza abre un gran signo de interrogación sobre hasta qué punto los artistas no forman parte de un "lobby" en el que el teatro sale perdiendo. Lo digo porque pocas obras de esta productora tienen como objetivo otra cosa que no sea la de llenar teatros sin más ilusión que el "taquillazo". Así que no es raro que la teatralidad, cualidad que se presupone implícita a la tragedia, se pierda en banales intentos seudo-conceptuales.

Que la palabra sea la acción misma del espectáculo no es tan fácil, ni todo el mundo es capaz de conseguirlo. Quizás para este empeño el texto no sirva, un texto que Juan Mayorga ha escrito con delicadeza, desnudo de ampulosidad, de clasicismo, un texto actual que merecía una puesta en escena también actual, que no moderna.

En lugar de ésto, nos encontramos con una interpretación exagerada, apenas sin movimiento escénico cuando se declama, con lo que resulta una especie de ritual del engaño que va más allá del engaño que supone ya de por sí una representación. Y es así porque los personajes no parecen salidos de la misma obra.

Exceptuando el principio, en el que la química entre Alicia Hermida y Ana Belén produce en el espectador sensaciones e interés, el resto de la obra no llega, la cuarta pared es de cemento, las palabras rebotan y vuelven a los actores sin pasar por el patio de butacas. A partir de que Hipólito quiere marcharse, la obra cae en picado hacia el aburrimiento, ajena a los espectadores que al final aplauden fríos y respetuosos ante un elenco de calidad pero que no transmite nada por el engolamiento con el que está dirigido, a pesar de un texto y una escenografía que van por otro lado.

Alicia Hermida, interpretando a Enone, la sirvienta de Fedra fue con mucho la mejor, con un habla más acorde con el texto de Mayorga, sin exagerar un ápice y con una convicción austera y verosímil, a pesar de la rapidez con la que hablaba, indicación que suponemos es responsabilidad de José Carlos Plaza, quizás para dar tiempo a que los dos protagonistas se excedieran en sus exhaltaciones.

A pesar de la gran profesionalidad de Ana Belén, esos gestos y delirios clásicos no le hacían ningún favor, antes al contrario, le propiciaban una frialdad y un alejamiento en la carnalidad de su personaje.
Aunque es creíble en sus evoluciones, no nos llega a emocionar.

Fran Perea hace un trabajo encomiable y laborioso pero no es el tipo de actor para ser expuesto en una propuesta tan desnuda, falta de resortes y apoyos tangibles para elaborar su personaje. Daba la sensación de no estar dirigido, o bien dirigido. Su voz no pertenecía a su cuerpo, el espacio vacío pesaba demasiado para él y tenía que aferrarse a poses redundantes y declamaciones de un actor que se oye y se gusta a sí mismo en demasía.

En todo esto, la voz amplificada no era una ayuda, dando la impresión de que estaban doblados, así que la organicidad de los actores no la pudimos apreciar, si es que existía.

En resúmen, lo mejor es el texto. No sé si esto es un handicap a veces para que se produzca un buen montaje, el listón que ha puesto Juan Mayorga es tan alto que en ocasiones, hubiera preferido una lectura más neutra que no entorpeciera el disfrute de las medidas palabras del autor madrileño.

Al calor de ésto, la puesta en escena resulta demasiado obvia, el fondo rojo llega a ser más potente que lo que eran capaces de transmitir los propios actores.

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