sábado, 23 de enero de 2010

Antonio Alamo, un autor con músculo



Letras de Teatro / Comentario de Maite Serrano
 
Foto: Braojos



El pasado Sábado 19 de enero, tuvo lugar una lectura dramatizada con motivo del XXVII Festival de Teatro de Málaga del texto "Yo Satán " de Antonio Álamo a cargo de los malagueños Manolo Salas, Paco Inestrosa y Sergio Ocón, que pusieron con sus voces el texto sobre las tablas del Teatro Echegaray. Antonio Álamo es un dramaturgo y escritor que ya había participado el año pasado en este mismo ciclo. 

La obra, "Yo Satán" surgió de un viaje a la India que el propio autor realizó en 1990. El Dalai Lama, ante una congregación de budistas expuso que no estaba seguro de ser un iluminado. Dudó. Y puesto que en la filosofía budista "dudar de todo" es moneda corriente, las personas allí reunidas no se sorprendieron de ese discurso filosófico, más bien lo esperaban.

De este aconecimiento surge la idea de escribir una novela titulada "Nata soy" que es un palindro de "Yo Satán". De ahí la idea de un Papa que dijera cosas en contra de la doctrina católica; puesto que los Papas pueden hablar ex-cátedra, todo lo que dijera se puede contemplar como verdad. El autor protagonista de esta lectura visitó Roma y el Vaticano en una estancia de cuatro meses, para tratar de entender las jerarquías y le abrieron la puerta grandes personalidades eclesiásticas.

Hablar de la Iglesia en un país como el nuestro aún crea controversia, pues sigue siendo un tema difícil dado que forma parte de nuestra cultura, amén de ser un gran poder. 

Pasó de la novela al teatro por pura intuición y renunció a muchos personajes en su adaptación escénica, pero al mismo tiempo, la historia quedó mejor estructurada y el final fué más concluyente.

Antonio Álamo afirmó que prefiere escribir a dirigir, así la obra "Los borrachos" la dirigió el también autor Alfonso Zurro. Manifestó que, según quién la dirija, puede empobrecer o engrandecer la obra. Sus piezas teatrales tienen un paralelismo con el poder; en la obra antes citada se habla del poder científico y en "Yo Satán" nos encontramos con el poder religioso. 

Opina el autor que actualmente los escritores están en departamentos estanco; los poetas, los ensayistas, los novelistas, los dramaturgos, etc... Por ello destaca a personajes como Shakespeare.

A la hora de escribir piensa que no existen fórmulas y que una historia puede provenir de una conversación tomada de la calle, de una sensación, de un desamor, etc... La autora o el autor debe tener las antenas despiertas en el aire.

Para escribir teatro considera que hay que ser muy técnico y frenar la creatividad puesto que la dramarturgia tiene unos principios difíciles de violar y de realizar.

Álamo contó su experiencia cuando trabajó en un siquiátrico penitenciario de Sevilla en el que participó en terapias y mantuvo cincuenta entrevistas. Para él el trato con el personal y los pacientes fué increíble y al final montó una obra con los internos.

Él asevera que el público es importante a la hora de escribir, que hay que "cogerlo por el cuello" desde la primera frase y no soltarlo hasta que termine la obra. Dice que cuando está escribiendo hay veces en las que no sabe lo que está contando hasta el final, en una especie de viaje emocionante.

Ante la necesidad de ser leído expresa que es descorazonador cando una buena obra pasa desapercibida. Pero la situación ahora no es peor que antes. En la época de Cervantes o en el siglo de Oro, el setenta por ciento de la población era analfabeta y, sin embargo, escritores y escritoras no desfallecían. Confiesa que él ha tenido suerte, pues con algo más de veinte años ya publicaba.

A la pregunta del público sobre si se nace autor, contestó tajantemente que no, que para conocer algo hay que amarlo. Cuenta que un día se puso a escribir y que las tres primeras novelas eran muy malas, no nació sabiendo escribir. Flaubert definía el talento como pasión. En las obras de Antonio Álamo hay un punto irónico que las hace pesimista y que permite esbozar una sonrisa ante un situación dada.

Este joven autor cuyos textos dramáticos se han representado en su totalidad confiesa que cuanto más músculo y acción y menos grasa tenga una obra, mejor funciona. Por esa razón, el trabajo importante del escritor es podar y quitar. Según Hemingway el mejor instumento para el que escribe es la papelera.

Entre sus muchos referentes sugiere a Cervantes, Unamuno o Kafka. A la pregunta del moderador y responsable del ciclo Norberto Rizzo sobre las mujeres escritoras, reconoce que no se acuerda de ninguna, aunque cita a Jean Bowles. También admite que sus obras son siempre de hombres con la excepción de "Chirigóticas" un espectáculo que dirigió.

El dramaturgo cordobés sabe que vivimos en un mundo machista y que el arte ha sido propiedad de los hombres, así como las estructuras. En la historia hay muchas autoras que han firmado con el nombre de sus maridos, aunque afortunadamente este panorama está cambiando.

También señala que en el mundo católico predomina la jerarquía de raza blanca mientras que la mayoría de sus clientes son de otras razas.

También tuvo tiempo de manifestarse sobre la SGAE en el sentido de que deben tener un límite y subraya que se comportan como recaudadores de impuestos, un exceso, ya que son una organización privada.

Alfredo Taján, colaborador del ciclo y responsable del Instituto Municipal de Libro, intervino para ir más allá, comentando que vulneran el hecho de la propiedad intelectual y que solo se benefician los más vendidos.

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