martes, 23 de febrero de 2010

Desde Canadá rigor contemporáneo


Crítica de Danza / José Antonio Triguero



Lugar: Sala Gades, sábado 20 de febrero de 2010.
Pieza: Là où je vis (Allí donde vivo).
Dramaturgo: Guy Cools.
Compañía: Le Carré des Lombes.
Intérpretes: Karina Champoux, Alan Lake, Pierre-Marc Ouellette, Bernad Martin y Catherine Viau.
Creación sonora: Nancy Tobin.
Artista multimedia: Manon de Pauw.
Dirección y coreografía: Danièle Desnoyers.





Danièle Desnoyers coreografía y dirige un espectáculo maduro, sin concesiones, de danza contemporánea con apuntes clásicos y experimentales. Desde la ciencia y la honestidad apunta un camino hacia la verdad, más allá de la espectacularidad o el simple brillo. Su compañía, "Le Carré des Lombes", planteó en la Sala Gades de Málaga, con la obra "Là où je vis" (Allí donde vivo), la relatividad de nuestras percepciones y por tanto, de nuestras convicciones; partiendo del efecto Doppler aplicado a la luz, el sonido y el movimiento.

Se trata de la primera vez que la gran coreógrafa canadiense viene a España de la mano del Teatro Central de Sevilla y que por ello, pudimos disfrutar de su trabajo en Málaga. Esperemos que se repita la experiencia, pues no es fácil ver trabajos de tanta altura artística.

Un cierto toque renacentista fluía en la propuesta en la que una pantalla reflejaba el interesantísimo trabajo de Manon De Pauw desde una mesa de proyecciones desde la que articulaba en directo las formas que iban creando el espacio escénico, desarrollando la dramaturgia e interactuando con los bailarines.

El espacio sonoro de Nancy Tobin se funde con el trabajo danzístico y con la labor multimedia en vivo; de tal manera que asistimos a una verdadera fusión de las artes que inundaban una y otra vez los límites entre ellas, desdibujándolos como hacen las ondas de las frecuencias. Todo es movimiento, nada se para, a pesar de que el ojo y el oído humano tratan de asir como pueden la realidad de las cosas.

La danza refleja precísamente eso y los bailarines tratan de buscar el ancla que les permita crear su propia realidad, condicionados por la posición en la que se encuentran en cada momento y por su propia percepción de las cosas. Existe una especie de lugar de encuentro en los cuerpos en ameba de los cinco intérpretes, en el contacto físico, en el ¿amor?; lo demás, lo que les rodea, les hace rebotar de un lado a otro. Después de todo, el denostado Demócrito no estaba tan lejos de la verdad, la vida son los pequeños acontecimientos que se producen por el encuentro azaroso de moléculas que rebotan, también azarosamente.

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