El genial teatro de Ymedio

Crítica de teatro por Jesús Solo de Zaldívar

YMEDIOTEATRO/"... y la leyenda de Maese Pérez el Organista"

Teatro Cánovas- Domingo 18/4/2010 

FICHA ARTÍSTICA 

Fosa: Meri Fernández 

Cementerio: Santos Sánchez 

Epitafio: Álex Ramos Sánchez 

Espacio Sonoro: Álex Ramos 

Escenografía e Iluminación: Ymedioteatro 

Vestuario: Laura Calderón

Diseño Gráfico: Jorge G. Liquete 

Dirección y dramaturgia: Santos Sánchez

Un divertido ejemplo del Teatro dentro del Teatro.

Fue una pena que amaneciera el domingo lluvioso, lo que motivó que sólo se ocupara un tercio del patio de butacas del Teatro Cánovas, pero para los que asistimos a la función bien que nos mereció la pena porque el espectáculo que ofreció la compañía jiennense nos hizo disfrutar y olvidarnos de los paraguas, que quedaron todos juntos a la entrada del teatro. 

Un texto ingenioso basado en la obra de Bécquer, de la que se nutre de continuas rimas, nos narra la historia de estos tres buhoneros convertidos en cómicos de improviso y obligados por las circunstancias a interpretar la obra del poeta romántico, creando situaciones realmente hilarantes. Para ello los actores -cuyas referencias habría que buscarlas en la Comedia del Arte, las películas de Tim Burton y hasta en los esperpentos de Valle-Inclán- se ayudan de diversos recursos escénicos como los títeres, creados con objetos que van sacando del carromato (ajos, pimientos secos...) y que hicieron reír al público a pierna suelta; o la música que Alex Ramos Sánchez (Epitafio) interpreta en directo al bandoneón y el theremín; y por supuesto también de una cuidada iluminación y escenografía que ayudan a crear un ambiente "timburtoniano".

Muy buena interpretación, sobre todo por parte de Meri Fernández (Fosa) y Santos Sánchez (Cementerio), al que parecía que en cualquier momento se le iban a romper las piernas, tal era su manera de andar flexionando las rodillas cual personaje de dibujos animados. Se hacen evidentes las muchas horas de ensayo que sin duda han tenido que dedicar para dar naturalidad a un texto poético que, a pesar de la falta de costumbre del público actual para escuchar rimas, se hizo absolutamente ameno.