Santos de Goma por Antena Music

Crítica de música por José Antonio Triguero

¡Tenemos una banda!

Fotos: Fernando Tamarit TC

Formación: Conde (voz, guitarra acústica, teclados, programaciones), Israel Calvo (guitarra y coros), Claudio Tamer (baterías y coros), Álvaro Gastman (bajo) y Tristán Ulla (guitarra y coros).

Lugar: Teatro Echegaray, miércoles 19 de mayo.

La banda malagueña Santos de Goma presentaron en el Echegaray su primer trabajo discográfico 'Canciones de niebla', un álbum de debut que denota una madurez y solidez profesional al alcance de pocos.

Llama la atención que desde el principio los espectadores no actúan como caterva de fans: Conde sale y comienza a cantar sin los consabidos aplausos incondicionales, lo importante en un grupo pop es que toque y que cante, sin poses de cara a la galería. Con un ritual directo y ensoñador, el líder de Santos de Goma comienza acompañado de su acústica, el resto del grupo se va sumando progresivamente y un cierto halo de cantautor postmoderno embarga los primeros compases del concierto; sin embargo, en el segundo tema, arrancan motores.

La batería eficaz y ecléctica de Claudio Tamer dirige la versión en directo de "Siempre es domingo" que ya encarrila la actuación hacia una explosión popera y galáctica. Eso sí la excesiva presencia del bajo de Gastman lastra de verbo rockero los sonidos y oscurece la bella voz de Conde, cosa que progresivamente va mejorando a lo largo del recital.

"Pequeño monstruo" es una canción que concita influencias de todas las décadas, desde los 60 a la actualidad, lástima no haber oído bien los coros de Tamer por la púa excesiva del bajo. El tema "Estoy rebajado" mostró la contundencia de la banda pero envío la voz de Conde a un segundo plano, la caja de ritmo, los bajos electrónico y eléctrico no deben oscurecer el brillo de esa voz tan característica, una voz que sí que pudimos apreciar con placer en la siguiente canción: "Rock anda Roll terminal", en la que se podían sentir pulsiones al filo del sonido Nick Cave o P J Harvey en una versión más "chic", más pop, menos turbia.

También cantaron canciones del próximo disco, entre ellas "Cuarto Milenio" más en la sintonía del power pop; éste y los demás temas del futuro disco dejaron claro que tenemos banda para rato.

Tuvieron momentos más rockeros como en la canción "En la luna". Es de apreciar que la banda se dedique a tocar y él a cantar, sin concesiones; pero también atisbamos y anhelamos en Conde madera de divo del pop, el tiempo lo dirá. En "No maten al músico", el bajo se superó a si mismo llegando a distorsionar y nos volvimos a perder los coros del batería y del guitarra, aún así fué de los mejores temas interpretados, mensajes poéticos, rictus sinfónicos, idas y venidas y una constante, la melodía de la voz que en ningún caso deja de ser popera y con un toque de distinción a lo canción italiana.

Los arreglos son soberbios y se usa mucho pregrabado. Los sampleados dan sobre todo atmósfera y plantean territorios mixtos que pueden llevarte a rememorar desde Camel al mismísmo Albano.

Cuando sonaron los acordes de "En el parque" el sonido alcanzó su mejor cota, se oía todo, la voz, los coros y los instrumentos, inmejorable. Un sonido muy dificil de encontrar en la música "indie". A partir de aquí, el concierto fué imparable, en emoción y en sonidos. Los sampleados de "Radio de medianoche" junto con la intro de guitarras con punto hawaiano inundaron de juego y travesuras las evoluciones del grupo.

Volvieron a demostrar que se defiende bien en las modulaciones más rockeras con el tema, también del  siguiente disco, "Vos no sabés mentir". Pero mientras la banda se deleitaba en sonidos metálicos, la voz de Conde chispeaba años ochenta. Si hubiera que elegir una palabra para este momento sería la de "brutal". Señor Texidó de Antena Music, queremos que salga ya el próximo disco, tiene muy buena pinta. Lo dicho, hay banda para rato.

En el bis, regalaron una versión de "Xanadú" de Olivia N. John y una canción que se quedó fuera del disco "Ropa de verano", un tema de incontestable rotundidad y energía, con muchos pregrabados, teclados sierra, olor a la música más juvenil de los ochenta y que se escoraba hacia lo sinfónico del tipo Nina Hagen.

En un arranque punk Conde tira un receptor al suelo y le da una patada al banco de los teclados, pero incluso con esos ademanes violentos es divertido y ultrapopero, desgranando una imagen de Alice Cooper pero en guapo, dulce y teravieso. Y aún hubo tiempo para la traca final en la que Claudio Tamer hizo una exhibición con los platillos que condujo al paroxismo rockero de las guitarras.

La mejor banda del momento, esperamos muchas alegrías de estos Santos de Conde, y de la intuitiva Antena del nuevo sello discográfico de Ricardo Texidó, que ha tenido tan buen comienzo.

Conde en la rueda de prensa al ukelele