Gambas versus títeres
Críticas de José Antonio Triguero
Lugar: Sala Gades, miércoles 26 de mayo de 2010
Compañía: Hotel Modern
Obra: Cuentos de gambas
Una pistola apunta a un movil. Es la imagen proyectada con la que se comienza esta minúscula obra coral. Da que pensar. Todo el espacio abierto y repleto de mesas de trabajo, cachivaches, miniaturas, maquetas, como en el laboratorio de un profesor chiflado. El primer cuadro presenta las bambalinas de la muerte, un ataúd y la voz de alguien haciendo pruebas de sonido: es una gamba que hace de cura. Estamos en la antesala de un velatorio, el púlpito desde donde habla tiene un micrófono que es un pequeño clavo doblado. Los actores trabajan en "mini" y portan una diminuta cámara que proyecta lo que hacen en una pantalla. La cosa promete. Antes de que comience la ceremonia fúnebre, el sacerdote gamba habla con la limpiadora gamba, primeras risas. El arte de lo ridículo produce extrañeza e hilaridad. Así hasta el final que por entonces, no sospechábamos tan lejano.
De la muerte se da un salto hacia el nacimiento, vemos un parto "gambil". Ésto de la muerte al nacimiento es un recurso fácil, una simulación que hemos visto mil veces en el teatro, el cine o la televisión. Lo que pasa es que el sacedorte, la limpiadora y la parturienta son gambas, y suponemos que dentro del ataúd también yacía una gamba con bigotes; gambas muertas, tratadas para que se queden rígidas, embalsamadas con silicona. Visto así, las imágenes son potentes, ridículas y cómicas pero también son algo fúnebres, no dejan de ser animales muertos los títeres de esta ingeniosa compañía.
Veremos el desfile de seres humanos representados por gambas en las situaciones más comunes, desde el hombre del tiempo al ascensor de la morgue, pero a pesar de lo chocante de las gambas manipuladas representando la ridícula vida de los seres humanos, no deja de ser un espectáculo monótono y repetitivo. Una obra que, cuando has pasado del primer efecto, aburre más que la vida misma. Además utilizan recursos muy trillados como la parte epistolar o la repetición de lo que ya se han entendido. A pesar de que los sketchs son muy cortos, las pequeñas acciones llegan a cansar porque se empecinan en ilustrar y machacar el chiste.
Hay demasiado texto y las acciones no están bien perfiladas, ofrecen un muestrario pero no se preocupan por la manipulación. Es un puzle de pequeñas escenas que tratan de reflejar el pequeño mundo que nos rodea; la tesis es tan explícita que no deja lugar a la imaginación, vemos la matemática, la ciencia, los coches, el taller de reparaciones, los experimentos con animales, la carrera espacial, el sexo casero, etc... Aparte de la gracia inicial del plateamiento, nada más. El universo en pequñito siempre atrapa, ver el velatorio, el arpa, las gambas llorando manipuladas con alambres o directamente, tiene su gracia, igual que ver la consulta del dentista o al público gamba de un combate de boxeo; por su miniaturización no dejan de provocarte interés. A ésto ayuda quizás lo mejor de la obra, la labor del encargado del sonido que los produce en directo, como se hacía antiguamente en la radio o en el cine; el apoyo atmosférico que procura es impagable.
Un espectáculo que elige gambas como protagonistas -aunque en realidad eran más grandes, quizás langostinos- no deja de ser desagradable; y tanto es así que se encargan de potenciarlo en muchas escenas, como en la boda en la que la novia acaba cortada en dos, o en las recurrentes escenas de hospital, o en el KO sangriento de la escena pugilística donde lucen uno de los mejores efectos, el uso de la cámara subjetiva.
También pecan de ingenuos, sobre todo por el pobre uso de las voces; aunque son gambas, los actores que ponen voz a los ¿títeres? exageran, infantilizan la interpretación y dan lugar a una especie de tétrico Barrio Sésamo. Con los turistas se pasaron, es una escena en la que si hubieran sido comedidos nos hubiéramos divertido con un poco de humor inteligente, que lo había. Pero como está de moda ser estridente, pues a tirar de frikismo. Lo dicho, el mayor encanto es la miniaturización pero las gambas como títeres son muy inexpresivas y limitadas.
Presenciamos un macabro ritual de obviedades donde se suceden las escenas sin parar, un asesinato, los reporteros, la autopsia sangrienta en la que se recrean sin mucho sentido, etc... El espectáculo va caminando hacia lo sombrío y facilón, lo tremendista y poco sugerente; llegando al sumun en la escena del juicio final, en la que se regodean en provocar asco ante lo vacío de lo que están diciendo; a partir de aquí, si no desde el principio, da la sensación de que la obra podría terminar en cualquier momento y daría igual; pero no, volvemos al funeral para cerrar la narración.
En ese momento pensé que hubieran bastado cuatro o cinco escenitas de la pobre y ridícula vida de las personas gambas para volver rápidamente al funeral y terminar. Pero no, como colofón final, el espíritu de la gamba, alada, hace un recorrido por la ciudad que les sirve a ellos para realizar un travelling en el que nos enseñan las lugares donde han tenido lugar cada una de las escenas. Eché de menos los títulos de crédito para soportar mejor el tedio.
Compañía: Hotel Modern
Obra: Cuentos de gambas
Una pistola apunta a un movil. Es la imagen proyectada con la que se comienza esta minúscula obra coral. Da que pensar. Todo el espacio abierto y repleto de mesas de trabajo, cachivaches, miniaturas, maquetas, como en el laboratorio de un profesor chiflado. El primer cuadro presenta las bambalinas de la muerte, un ataúd y la voz de alguien haciendo pruebas de sonido: es una gamba que hace de cura. Estamos en la antesala de un velatorio, el púlpito desde donde habla tiene un micrófono que es un pequeño clavo doblado. Los actores trabajan en "mini" y portan una diminuta cámara que proyecta lo que hacen en una pantalla. La cosa promete. Antes de que comience la ceremonia fúnebre, el sacerdote gamba habla con la limpiadora gamba, primeras risas. El arte de lo ridículo produce extrañeza e hilaridad. Así hasta el final que por entonces, no sospechábamos tan lejano.
De la muerte se da un salto hacia el nacimiento, vemos un parto "gambil". Ésto de la muerte al nacimiento es un recurso fácil, una simulación que hemos visto mil veces en el teatro, el cine o la televisión. Lo que pasa es que el sacedorte, la limpiadora y la parturienta son gambas, y suponemos que dentro del ataúd también yacía una gamba con bigotes; gambas muertas, tratadas para que se queden rígidas, embalsamadas con silicona. Visto así, las imágenes son potentes, ridículas y cómicas pero también son algo fúnebres, no dejan de ser animales muertos los títeres de esta ingeniosa compañía.
Veremos el desfile de seres humanos representados por gambas en las situaciones más comunes, desde el hombre del tiempo al ascensor de la morgue, pero a pesar de lo chocante de las gambas manipuladas representando la ridícula vida de los seres humanos, no deja de ser un espectáculo monótono y repetitivo. Una obra que, cuando has pasado del primer efecto, aburre más que la vida misma. Además utilizan recursos muy trillados como la parte epistolar o la repetición de lo que ya se han entendido. A pesar de que los sketchs son muy cortos, las pequeñas acciones llegan a cansar porque se empecinan en ilustrar y machacar el chiste.
Hay demasiado texto y las acciones no están bien perfiladas, ofrecen un muestrario pero no se preocupan por la manipulación. Es un puzle de pequeñas escenas que tratan de reflejar el pequeño mundo que nos rodea; la tesis es tan explícita que no deja lugar a la imaginación, vemos la matemática, la ciencia, los coches, el taller de reparaciones, los experimentos con animales, la carrera espacial, el sexo casero, etc... Aparte de la gracia inicial del plateamiento, nada más. El universo en pequñito siempre atrapa, ver el velatorio, el arpa, las gambas llorando manipuladas con alambres o directamente, tiene su gracia, igual que ver la consulta del dentista o al público gamba de un combate de boxeo; por su miniaturización no dejan de provocarte interés. A ésto ayuda quizás lo mejor de la obra, la labor del encargado del sonido que los produce en directo, como se hacía antiguamente en la radio o en el cine; el apoyo atmosférico que procura es impagable.
Un espectáculo que elige gambas como protagonistas -aunque en realidad eran más grandes, quizás langostinos- no deja de ser desagradable; y tanto es así que se encargan de potenciarlo en muchas escenas, como en la boda en la que la novia acaba cortada en dos, o en las recurrentes escenas de hospital, o en el KO sangriento de la escena pugilística donde lucen uno de los mejores efectos, el uso de la cámara subjetiva.
También pecan de ingenuos, sobre todo por el pobre uso de las voces; aunque son gambas, los actores que ponen voz a los ¿títeres? exageran, infantilizan la interpretación y dan lugar a una especie de tétrico Barrio Sésamo. Con los turistas se pasaron, es una escena en la que si hubieran sido comedidos nos hubiéramos divertido con un poco de humor inteligente, que lo había. Pero como está de moda ser estridente, pues a tirar de frikismo. Lo dicho, el mayor encanto es la miniaturización pero las gambas como títeres son muy inexpresivas y limitadas.
Presenciamos un macabro ritual de obviedades donde se suceden las escenas sin parar, un asesinato, los reporteros, la autopsia sangrienta en la que se recrean sin mucho sentido, etc... El espectáculo va caminando hacia lo sombrío y facilón, lo tremendista y poco sugerente; llegando al sumun en la escena del juicio final, en la que se regodean en provocar asco ante lo vacío de lo que están diciendo; a partir de aquí, si no desde el principio, da la sensación de que la obra podría terminar en cualquier momento y daría igual; pero no, volvemos al funeral para cerrar la narración.
En ese momento pensé que hubieran bastado cuatro o cinco escenitas de la pobre y ridícula vida de las personas gambas para volver rápidamente al funeral y terminar. Pero no, como colofón final, el espíritu de la gamba, alada, hace un recorrido por la ciudad que les sirve a ellos para realizar un travelling en el que nos enseñan las lugares donde han tenido lugar cada una de las escenas. Eché de menos los títulos de crédito para soportar mejor el tedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario