FESTIVAL deVERANO
TERRAL
Celia Flores y Manuel de la Curra cerraron On Echegaray
Jueves, 24 de junio de 2010
Por José A Triguero
Fotos: Daniel Pérez TEC
Celia Flores y Manuel de la Curra cerraron el ciclo On Echegaray. Tuvieron buenas intenciones que no llegaron a cuajar y si no defraudaron sin paliativos, fue por el cariño que los espectadores demostraron a la pareja. La mezcla de sus dos estilos podría ser la base de un espectáculo que no tuviera muchas pretensiones pero que consiguiera conectar, dando lo mejor de sí mismos.
Pero ésto no es lo que ocurrió, sus estilos rechinaron y era difícil encontrar un territorio común, un lugar donde encontrarse. En realidad, asistimos a un espectáculo sin costuras.
Visto así, la alquimia no se dió, vimos un dúo encorsetado, raramente dúctil. Lo que salvaría los trastos sería convivir más en el escenario, ofrecer algo que pudiera fascinarlos a ellos mismos en primer lugar.
La idea de cantar juntos, lleva implícito un trabajo extra. Son pareja fuera del escenario y ese matiz no se puede dejar apartado del diseño de un espectáculo en el que canten los dos. Es más, yendo más allá, podría ser incluso el "leiv motiv".
En estos experimentos, cada vez está más claro, que se necesita un director de escena que pueda manejar el material de que dispone, el pop de Celia y la flamencura de Manuel, para marcar el ritmo de algo que contar, algo que transmitir.
Pero ésto no es lo que ocurrió, sus estilos rechinaron y era difícil encontrar un territorio común, un lugar donde encontrarse. En realidad, asistimos a un espectáculo sin costuras.Visto así, la alquimia no se dió, vimos un dúo encorsetado, raramente dúctil. Lo que salvaría los trastos sería convivir más en el escenario, ofrecer algo que pudiera fascinarlos a ellos mismos en primer lugar.
La idea de cantar juntos, lleva implícito un trabajo extra. Son pareja fuera del escenario y ese matiz no se puede dejar apartado del diseño de un espectáculo en el que canten los dos. Es más, yendo más allá, podría ser incluso el "leiv motiv".
En estos experimentos, cada vez está más claro, que se necesita un director de escena que pueda manejar el material de que dispone, el pop de Celia y la flamencura de Manuel, para marcar el ritmo de algo que contar, algo que transmitir.
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