Crítica de teatro / José Antonio Triguero
Lugar: Teatro Cánovas, sábado 6 de marzo de 2010.
Obra: Pulp.
Compañía: Niños Perdidos.
Idea original: Isa Ramírez, Violeta Hernández y David Linde.
Texto: Isa Ramírez, Violeta Hernández, David Linde y Antonio Campos.
Dirección: Antonio Campos.
Intérpretes: Mari Paz Sayago, Isa Ramírez, Santiago Martínez, Manuel Rodríguez y Javi Mora.
Composición musical: Santiago Martínez, Alejandro Rojas-Marcos, Javi Mora, Paco Campano e Isa Ramírez.
Espacio escénico: Alfonos O'Connor.
Vestuario: Mai Canto.
Iluminación: David Linde.
Pulp es un divertimento pop, una propuesta lúdica y entretenida en clave cómica y musical. Son cinco los personajes que con trazas de héroes de cocinilla se enfrentan a una encerrona urdida por su propio jefe y que acaban descubriendo; han sido utilizados por un mundo de intereses que en realidad, solo necesita de ellos como fachada. Caen en la cuenta de que no son los salvadores del mundo sino meros bufones servidores del poder establecido.
Lo mejor del espectáculo son sus canciones que con pocos recursos instrumentales -ellos mismos tocan ora el teclado o la percusión ora el bajo o la guitarra eléctrica- consiguen sacarle gran partido. Momentos de lirismo, de cabaret oscuro o de comedieta infantil se suceden entre melodías dulces la mayoría. Igual partido le sacan a la poca escenografía que utilizan, unos módulos cúbicos y rectángulares con los que construyen todo un edificio de oficinas y que dan alas a la acción vitalista y desenfadada de este pieza pop del género musical.
El espíritu global de la pieza es de jugueteo, de evasión. Como cuando jugábamos a ser indios o vaqueros, o bien romanos o superhéroes en nuestra infancia. Todo este afán de solaz recreo está apoyado por la música y las luces que acompañan los movimientos de tebeo de los cinco personajes.
Dicho ésto, podemos imaginar que lo que prima es el buen humor en este montaje de "Niños perdidos"; bajo la eficaz dirección de Antonio Campos realizan un trabajo actoral de buena firma aunque con inseguridades; sobre todo en la emisión de la voz. Parece que debieran asentar mejor la buena caracterización de los personajes reafirmando la personalidad de los superhéroes que por momentos, pierden en intensidad y en verosimilitud. El ritmo de la obra tiene mucho tirón y hay que estar muy concentrados para no desentonar.
Por otro lado y por último, los apuntes transcendentes del texto sobran en este divertimento cómico. La ingenuidad que se respira da mucho juego cuando cuentan sus anécdotas pero no cuando se quieren hacer referencias críticas o de denuncia social. Aquí lo candoroso roza la bobería y además peca de inmodestia.
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