Crítica de danza / José Antonio Triguero
El salto de Nijinsky
Las fotos son de Daniel Pérez TC
Lugar: Teatro Echegaray, viernes 19 de marzo de 2010
Obra: El Salto de Nijinsky
Compañía: Transit Dansa
Bailarines: Julio Andrés Escudero, Damián Federico Cortés, María Garriga, Reinaldo Ribeiro, Daniel Rosado, Isabel Tapias y Sol Vázquez
Música: Javier Gamazao y Marc Álvarez
Idea, coreografía y dirección artística: María Rovira
Tuvimos el placer de ver en el Teatro Echegaray la última propuesta de María Rovira con Transit Dansa, "El Salto de Nijinsky". El salto y el vuelo como punto de partida de una apuesta por la poesía, la elegancia y la sugerencia espacial. Lo cuentan en el programa de mano. En el año 1939 Serge Lifar, bailarín de la Ópera de París, hace una visita a Vaslav Nijinsky, que no danzaba desde hacía 20 años, al siquiátrico donde era tratado a causa la esquizofrenia que le hizo abandonar los escenarios. Lifar le mostró algunos pasos de ballet de sus coreogafías. Y Nijinsky dió un saltó inesperado que inmortalizó un fotógrafo. Es a partir de ese magnífico salto que la compañía catalana crea un espectáculo sobre la memoria. Una pieza que va más allá del mero homenaje al transitar caminos ontológicos en su búsqueda de lo primigenio. Un trabajo de investigación con una calidad artística plena de sugerencias y movimientos.
La coreografía apela a los sentidos de los bailarines y del público. Es a través de las sensaciones que encontramos los impulsos primarios del ser humano; los sentidos nos llevan y nos traen a lo más recónditos espacios. Esos lugares ocultos en la memoria que algún azar detona. Zonas dormidas que despiertan impulsos ignotos. Convocar estas fuerzas remotas es algo que está en la misma naturaleza del ser humano y que se traduce en juegos que reavivan atmósferas, estados de ánimo, puntos de vista, percepciones; Como en un ritual reparador, la permeabilidad de los bailarines traspasan al espectador en una conjunción pictórica, sonora y danzística.
Uno de los hallazgo de esta composición artística es la importancia que tiene la reacción más que la acción, una reacción reveladora que puede explicar las evoluciones repentinas de la mente, del espíritu y del propio discurrir histórico.
"El salto de Nijinsky" es una propuesta meticulosa que cuida hasta el más mínimo detalle. Todo tiene su función referencial y los paralelismos se suceden invitándonos a hacer nuestra propia lectura. Desde el linóleo donde actúan, en el que se reproduce el dibujo de un ojo realizado por el creador ruso, hasta las metáforas construidas a partir del salto, que puede ser un acto de libertad o de protección ante los peligros, que une a los seres o los separa, etc..., o bien la banda sonora de Javier Gamazo y Marc Álvarez que perturba o acompasa las situaciones con igual disciplina que la danza expuesta, con elementos clásicos y contemporáneos.
Hemos de destacar a la maravillosa Sol Vázquez que realiza el primer solo con gran fuerza y belleza. Ella junto con Julio Andrés Escudero y Reinaldo Ribeiro protagonizan las mejores ejecuciones, aunque todo el elenco brilla a gran nivel y responden a las coreografías exigentes de María Rovira, la fundadora de esta gran compañía.
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