Crítica de teatro / José Antonio Triguero
XXVII Festival de Teatro de Málaga
Lugar: Teatro Cervantes, 27 de enero de 2010.
Obra: Noviembre.
Autor: David Mamet.
Actores: Santiago Ramos, Ana Labordeta, Cipriano Lodosa, Jesús Alcaide y Rodrigo Poisón.
Versión y dirección: José Pascual.
Perfecto ensamblaje el de José Pascual, que adivina los resortes rítmicos, imprime carácter a la interpretación de los actores, dosifica el humor ácido de Mamet, retoca los personajes para formar un todo con el cuadro que presenta y plasma un plan escénico limpio que permite el lucimiento de todo el equipo de actores.
Exitazo en el Teatro Cervantes de la obra de Mamet con un elenco brillante y bajo la batuta del director José Pacual. Está tan bien que nos olvidamos de a qué noviembre se refiere, un mes del año 2004 en el que Bush decidía presentarse de nuevo a las elecciones. Pero esto es lo de menos, lo bueno es que el personaje presidencial estaba encarnado por un enérgico y convincente Santiago Ramos que patea la resistencia normal de un actor para echarse a sus espaldas dos horas de actuación sin flaquear ni un segundo; qué energía tiene este pedazo de intérprete, cómo disfruta, cómo hace disfrutar a los espectadores, cómo disfrutan con él sus compañeros de reparto.
También es verdad que cuenta con un personaje hilarante, Chuck Smith, un corrompido gobernante sin escrúpulos capaz de cambiarse de chaqueta en un segundo por cualquier vuelco en la orientación del viento que sople. Esto da lugar a las situaciones más desbordantes, la ironía más cáustica y la risa más descabellada.
Hasta tal punto que a pesar de escandalizar con sus actos y decisiones, el personaje resulta simpático, excesivo, extrapolado y cercano. Así es Mamet y así lo han sabido reflejar Ramos y Pascual.
Su ayuda de cámara, Archer Brown está magistralmente interpretado por Cipriano Lodosa que da el tono justo y la réplica exacta componiendo un tandem con el actor principal indivisible. Ana Labordeta es Clarice Bernstein, la autora de los discursos del presidente que hace una aparición discreta y va creciendo conforme el personaje también crece. Está magnífica en todas sus transformaciones; ha sabido ir más allá del arquetipo dando profundidad a la lesbiana Clarice, sin caer en tópicos ni redundancias a mano.
El representante de la Asociación Nacional del Pavo encarnado por Jesús Alcaide está perfilado con sutilidad, sortea al ridículo personaje y lo defiende con dignidad sin aprovecharse facilonamente de él sino que va labrando una actuación que, en un crescendo medido, va encarrilando al despropósito final. El Jefe indio que hace Rodrigo Poisón es la llama que prende aún más la mecha del desenlace y, aunque no tiene ni sombra de parecido con un piel roja, su complexión física le hace acreedor de muchas de las carcajadas finales.
En definitiva, la conducción de esta obra menor de Mamet ha sido magnífica, bien matizada y sin exageraciones de bulto que la hubieran desvirtuado. Por el contrario el resultado ha sido esplendoroso, de comedia con mayúsculas.
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