lunes, 1 de febrero de 2010

Un Pirandello sin redondear

Crítica de teatro / Maite Serrano
XXVII Festival de Teatro de Málaga


Lugar: Teatro Cervantes, 29 de enero de 2010
Obra: Tantas Voces de Luigi Pirandello
Productora: Andrea D'Odorico
Actores: Fidel Almansa, Jorge Calvo, Lola Casamayor, Lara Grube, José Luis Patiño, Juan Ribó y Antonio Zabálburu.
Dramaturgia Juan C. Plaza-Asperilla
Dirección: Natalia Menéndez

Cuando se abrió el telón del Teatro Cervantes, el elenco al completo nos ofreció un atractivo posado fotográfico; ésto se repitió varias veces entre movimientos sincronizados para pasar de una foto a la otra. Este comienzo resultó bello y pulcro después de lo cuál asistimos a una nueva coreografía de los 3 personajes, la hija, el padre y la madre del primer cuento, "La casa de Granella" . Los bancos alineados daban la sensación de una escuela con la mesa de la maestra o el maestro, ya que de momento solo estaban los tres miembros de la familia subiendo y bajando por entre los bancos.

Todo parecía indicar que íbamos a asistir a una representación de teatro contemporáneo hasta que sale el abogado y los personajes empiezan hablar y la ilusión se desvanece. Estamos en el despacho del abogado. Los diláogos realistas se mezclan con movimientos, muy  bien sincronizados, fuera del tono de las palabras.

El cambio escenográfico lo realizan los propios actores y actrices y ejecutan una coreografía de manos escondidos detrás de los bancos que nos insinúa el misterio de la casa de los espíritus.

Una casa de muñecas quiso emular la casa del propietario pero tal y como sé utilizó no resultó nada convincente más bien algo farragoso. Para plasmar el pánico hacia lo sobrenatural que sentía el Sr. Granella con incluir en la propuesta el teatro de objetos nos hubiera bastado. La última escena bien armada  nos desvela el secreto de los espíritus con un  efecto y final sorpresivo.

El segundo cuento "El hombre de la flor en la boca" es casi un monólogo del actor con mayúsculas José Luis Patiño. Pirandello nos acerca al miedo a la muerte, a las ganas de vivir, a la desesperación y el odio del protagonista  hacia la compasión simbiótica y enfermiza de su esposa, la misteriosa mujer de negro, siempre vigilante y silenciosa como la propia muerte. 

"Limones de Sicilia", el tercer cuento, narra el encuentro o más bien desencuentro de un músico de una banda municipal con la que fue pero ya no es su prometida. Esta mujer convertida en una diva de la ópera que lleva una vida de lujo y fiestas, es cortejada por un sin fin de pretendientes y violentada por el supuesto prometido que un día la descubrió como cantante y la ayudó a hacer carrera. La pieza está muy bien interpretada por el conjunto coral y por el protagonista Antonio Zabálburu. Solo me resulto extraño que hubiera vino para beber y no dispusieran de comida para comer.

En el penúltimo cuento, "El certificado", José L. Patiño vuelve a encarnar magníficamente, en éste caso, al gafe. Al verlo actuar  me vino a la memoria algún personaje de Valle Inclán.

"Alguien ha muerto en el hotel" cierra el montaje de Natalía Menéndez sobre cinco cuentos de Luigi Pirandello. Una puesta en escena contradictoria ya que a la belleza de una escenografía con muchos zapatos colocados a lo largo de una alfombra listos para ser limpiados por los empleados del hotel, se suman a unas puertas imaginarías con la consabida interpretación en clave de mimo que me pareció inapropiada ante una propuesta donde primaban las acciones físicas: colocar, recoger y limpiar más de 20 pares de zapatos.

La realización del vestuario a cargo de Cornejo resultó admirable, aunque también fue contradictorio que los figurantes de "La casa de Granella" que representaban una clase popular, llevaran zapatos de clase acomodada. Quizás una paradoja de estilo que no hacía más que chirriar.

La escenografía de Andrea D`Odorico tuvo momentos mágicos y en general, bien resueltos.

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