Crítica de flamenco / Celina Alarcón
NATURALIDAD Y SABOR AÑEJO
Lugar: Teatro Cánovas, miércoles 19 de mayo de 2010
Intérpretes: Al baile, Pepa Montes, Abel Harana y Jesús Ortega; a la guitarra, Ricardo Miño y Paco Vargas; al cante, "El Trini" y Corbacho; a la percusión, Juan Ruiz; al piano: Pedro Ricardo Miño
El cierre de la última edición de “Flamenco viene del sur” llegó a Málaga con la actuación de Pepa Montes. El ciclo comenzó su programación en febrero de este año, con un amplio recorrido dentro y fuera de la geografía andaluza. Ha traído a nuestra ciudad actuaciones de primeras figuras como Belén Maya, El Junco, José de la Tomasa o Melchora Ortega.
En tono informal, comienza el espectáculo. Sin cante. Sólo compás; soleá al golpe que rematan con alguna pataita por bulerías, irrumpe en el escenario Pepa con gran espontaneidad, se sitúa en el centro y como una flor empieza a mover sus manos, sus brazos y su cuerpo de manera acompasada y con arte. Malagueñas y abandolaos. Pepa Montes tiene un braceo de majestuosidad única y personal. En toda la primera parte brilla su naturalidad de forma significativa. Pedro Ricardo Miño, su hijo, como artista invitado, deleitó al público con su piano recordando los cantes más clásicos, tales como la malagueña del Mellizo y las bulerías de Camarón, acompañado de la exquisita percusión de Juan Ruiz.
Ricardo Miño, en un intencionado inciso, reivindica la candidatura del flamenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, ya que ha demostrado trascender el localismo folclórico hasta conseguir cimas de expresión artísticamente reconocidas mundialmente. A continuación, tocó una rondeña que dedicó a aficionados y profesionales del mundo del flamenco allí presentes. Aires de frescura y modernidad en el mano a mano por bulerías, con su hijo al piano, agilizando el espectáculo y logrando total comunicación con el público. Para regocijo de los asistentes, “El Trini” cantó el pregón de Manolo Caracol, el “uvero”: "...uvillas negras de Los Palacios"; y Jesús Corbacho nos dejó su cante, poseedor de un metal de voz muy genuino.
Pepa Montes lució un vestuario exquisito, fue la única mujer rodeada de hombres, ella manejó el tema desde el principio, le para los pies a los bailaores. Todo gira en torno a ella. Fuerza, rapidez delicadeza... todo eso tiene la gran bailaora en sus pies. Sus manos parecían ramas con flores que movía delicadamente. Su cabeza firme mirando al público, zalamera. Su cuerpo pavoneándose caprichosamente. Siempre a compás. Nos deleitó alrededor de dos horas y se despidió por bulerías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario