jueves, 28 de enero de 2010

En la línea de gol


Crítica de teatro / José Antonio Triguero



Lugar: Teatro Cánovas, domingo 24 de enero de 2010
Obra: Patadas
Autor: Antonio Álamo
Actor: Josu Eguskiza
Director: Ramón Bocanegra


Me acerqué al Teatro Cánovas con un sentimiento encontrado; que fuera un proyecto en el que participaba Antonio Álamo me llenaba de ilusión pero que "proyecto Handke", que así se denomina esta nueva compañía, se estrenara con un monólogo sembraba en mí algunas dudas. Y es que por más que apriete la crisis, el monólogo no tiene entidad por sí mismo ni se le puede considerar un género. Por suerte, el autor cordobés junto al director Ramón Bocanegra y el actor Josu Eguskiza han parido una singular obra conceptual. Por ello, a pesar de que solo hay un actor en escena, no es un simple monólogo.







Josu Eguskiza interpreta a un portero debajo de los tres palos de una portería algo más pequeña que las de verdad. Imponente la soledad del portero, impresionante la dimensión que tiene una enorme portería encima de un escenario. "Patadas" nos enfrenta a una sociedad en la que lo único que importa es meter o que no te metan un gol. El texto de Álamo afila sus armas para hablar de un ser en el límite; con ironía pero con bisturí implacable, retrata los miedos del portero: al gol, a sus propios compañeros, al equipo rival, al míster, al público que vocifera desde las gradas, etc... Miedos que son trasladables a cualquier persona en un momento determinado. La toma de decisiones en el mundo en el que vivimos muchas veces no tiene vuelta atrás y se pagan los errores cometidos con creces. El símil viene como anillo al dedo: la vida es un partido de fútbol y en los momentos críticos dependemos de nosotros mismos, igual que el portero ante un penalty.











"Patadas" es una obra muy frágil donde la precisión y la concentración del intérprete lo es todo. Ese día Josu Eguskiza lo bordó, se dejó llevar. El estado emocional de la obra exige mucha energía, mucha capacidad de arriesgarse. Lograr tocar entretelas y merecer la identificación del espectador con el personaje, es algo poco habitual en el teatro de hoy en día que antepone el texto a la acción dramática. No es el caso. Un solo actor bastó para dar sentido al juego teatral, para dar carne a un texto que corría el riesgo de eclipsar cualquier otro elemento. La labor de Ramón Bocanegra de arbitrar un diálogo entre aquél, las evoluciones de Eguskiza, el espacio escénico, la ilusión de un campo de fútbol y una pelota inexistentes y los demás elementos de la puesta en escena -hemos de subrayar el espacio sonoro- ha sido muy acertada. Así pudimos navegar sin problemas y con el uso de nuestra imaginación por el universo escénico propuesto.





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