Tony Zenet. Por él.

Tony Zenet en acústico

Por José Antonio Triguero

Fotos: Daniel Pérez TCE

Lugar: Teatro Echegaray, viernes 1 de octubre de 2010
Formación: Contrabajo, Lucho Aguilar; Guitarra, José Taboada.

El concierto básico de Zenet en el Teatro Echegaray puso en orden muchas cosas y dejó apuntes de lo que será una carrera prolífica, en la que no sea necesario el aparataje de una banda al completo ni el entramado Warner para ser lo que es, él mismo. Y es que quizás ha llegado el momento de comenzar a pensar que lo que ha hecho que "Los mares de china" sea un meteórico éxito no ha sido la producción ni la promoción, ni siquiera las palabras del poeta Laguna o la postproducción del disco o los músicos que le acompañan en las giras.

Tal vez, en los círculos profesionales de la canción, habría que comenzar a pensar que lo que ha llegado al corazón de la gente es la manera de cantar, y la forma en la que hace llegar las canciones a los espectadores, del propio Tony Zenet. Su gramática parda, que a veces le encorseta, también es el método en el que se mueve por el alambique de la improvisación, la forma en la que coge del aire motivos para derramar gotas de ironía y momentos de verdadera espontaneidad.

En ese sentido, creo que debiera estar más seguro de que la inspiración está ahí, al alcance de su mano; es un corredor de fondo, lo ha sido siempre, pero es que además es permeable y atrevido. Y eso a las musas les pone. Por eso hace grandes las letras de las canciones; muchas de ellas sucumbirían, por cursis o insípidas, cantadas por otra voz que no fuera la de Zenet. El cantante siempre ha ensalzado al poeta, pero quizás es hora de plantearse quién le debe más a quién. Hagan una búsqueda en internet con su nombre, Javier Laguna, y verán que todas las entradas están relacionadas con el "sinatra de Pedregalejo".

No voy a hablar de las canciones, de las que hay información a raudales en los medios. Sí diré que una de las que más me gusta y que interpreta Zenet con gran soltura, delicadeza y sentimiento, es "Agua de levante".

Algo que ya se sabe es que no es un artista ortodoxo y que la mezcla de estilos que utiliza está grabada en su piel como en su propia vida. Desde la copla, que bebió de su madre, a múltiples influencias que van desde el blues o el jazz, hasta el bolero o el tango.

Lo mejor, su futuro. En ciernes, un nuevo disco. Y más allá, esperamos también al poeta que llegará. Polifacético, amante de la vida y del presente, dará nota de ello a la menor oportunidad. El riesgo le hace crecer. Y su concierto acústico fue prueba de ello, acompañado por el excelente bajo de Lucho Aguilar y el eficaz acompañamiento a la guitarra de José Taboada.