Crítica de música / Miguel A Barba
"Turbulencias" en concierto
Lugar: Teatro Echegaray, viernes 14 de Mayo.
Voz y guitarra eléctrica: Vilma
Batería y Marimba: Ricardo Moreno
Guitarra acústica: David Gwynn
Bajo, guitarra eléctrica y teclados: Juan de Dios Martín
Con el paso de los años y la creciente salida a la palestra de más grupos, cantantes y músicos, se hace cada vez más difícil no evocar tiempos musicales anteriores al oírlos. No en vano, toda la historia de la música se sustenta en solo siete notas, eso sí, con infinitas formas de combinación gracias a la armonía, los instrumentos, los timbres, los colores...
Cada generación que pasa, las fusión de estilos, las mezclas culturales, el enriquecimiento multiétnico, la amalgama de caracteres y personalidades o la simbiosis de expresiones, manifestaciones y peculiaridades de cada pueblo, parecen restringirse más y más, y puede parecer que ya queda muy poco por hacer y que, cada vez que alguien intenta algo nuevo, resulta que ya lo habían hecho antes.
Esta reflexión me viene dada por el hecho de que existen miles de grupos hoy día en España y decenas de miles si sumamos el mundo iberoamericano. No es que quiera crear algún tipo de excusa a la hora de opinar, simplemente expongo una realidad bastante palpable en la coyuntura musical actual. Y esta realidad se hace muy patente al oír a Vilma cantar. Al cerrar los ojos y dejarse llevar por su peculiar voz y forma de entonar, según el tema interpretado, etc.., vienen a la memoria retazos de la infancia oyendo por la radio a Cecilia o Mari Trini, con esos bajos imposibles en los que la voz “lijosa” no llega y se producen esos desafines particulares con los que este tipo de cantantes juega en lugar de evitarlos. Viajando en ocasiones un poco más cerca en el tiempo, hay olores y colores de Cristina Lliso, ex-vocalista del grupo Esclarecidos.
La expresiva voz de Vilma atesora los restos etéreos de muchas otras voces de mujeres que, anteriormente, también escribieron y cantaron sus canciones, con sus letras cotidianas y urbanas y sus ritmos envolventes, densos y monótonos, donde lo que sobresale es su voz, cruda, con todas sus características al aire, sin intentar subterfugios ni disfraces para ella, tal como es: a veces débil, a veces con impronta o a veces misteriosa. Y sus letras, también crudas, sin hervores ni componendas artificiosas, tal como son, tal como es la realidad y la cotidianidad que nos rodea y, a veces, sojuzga. Por eso, algunas letras son duras o tristes y otras esperanzadoras.
Desde su delgadez extrema, de apariencia frágil, sus grandes ojos expresivos y su enorme sonrisa, su figura sobre el escenario sobresale y reviste de un halo místico lo que canta, pese a la sencillez de acordes y arreglos. Sin embargo, el resultado es elegante y sin estridencias ni sobreinterpretaciones. Aunque ésto, a veces, dé la impresión de que algunos temas daban para más y se quedaron en "Lo que pudo ser". Otras canciones son cortas en demasía y se podrían desarrollar un poco más. Se ve que Vilma lo único que quiere es transmitir lo que descubren sus letras.
La incorporación de un nuevo músico al grupo ha enriquecido el directo, dado que se gana en variabilidad de ritmos, sonoridades, lineas, bases... Si bien en estudio contaron con Pablo Navarro al contrabajo, en directo fue Juan de Dios Martín, buen músico multiinstrumentista, y dinamizador en el escenario.
Siguiendo con los músicos, no creo que se pueda añadir mucho de una figura como Ricardo Moreno (Los Ronaldos, Mastretta, Fangoria, Josele Santiago...) gran percusionista y alma rítmica del grupo. Hay muchos temas que de no contar con sus bases percusivas (persuasivas) sonarían muy parecidos debido a que los ritmos de guitarra son demasiado similares; un músico enorme en un cuerpo pequeño. David Gwynn (Christina Rosenvinge, Marlango, Quique González...) a la acústica, transmite señales de buen guitarra, bonitos arreglos, bonitas frases y rifts simples pero a la medida de lo que requieren este tipo de piezas.
Ese sonido a madera y brillantes cuerdas del más rabioso unplugged, se agradecen y se echan de menos en muchos grupos. Si bien uno espera algo más de músicos de este nivel. "Hay días", canción muy blusera, denotó una cierta escasez de recursos. Una lástima el solo, que hubiera dado para mucho más y se quedó en algo que se parecía más a los aires anteriores de las baladas country y los vientos de rancheras. Pero cada músico tiene sus estilos, sus formas, en los que se mueve más seguro y suele ser difícil salir de ahí sin arriesgar. El problema de ésto es que, se toque en el grupo en el que se toque, la guitarra siempre suena similar.
El concierto presentó al completo su trabajo "Turbulencias" y como bises, un pequeño adelanto del disco que están preparando. Tuvo su momento emotivo en la participación de la malagueña María Rayo, que acompañó con su voz en el tema "Lo que pudo ser", creando un bonito juego de voces que ayudó a dar un toque de diferenciación y variabilidad tímbrica con las otras canciones, en las que Vilma es la única voz.
Este tipo de detalles son los que se echan un poco de menos. Hasta unas ráfagas de voz de fondo de Ricardo Moreno y Juan de Dios Martín en un estribillo, supusieron una salida al peligro de crear un ambiente excesivamente monótono. Parece ser que, por lo oído del nuevo trabajo, aún en estudio, la incorporación del nuevo músico puede crear esas variabilidades sonoras que se echan en falta y que puede redondear el excelente trabajo de este grupo que se mueve fuera de los típicos circuitos y fórmulas preconizados hasta la saciedad por los “medios de incomunicación social”.
Lo de Mari Threeni es inmediato, oye, ja ja, muy sugestivo, algo Chavela Vargas, o asi...
ResponderEliminarInteresante. No les conocia. Espero que puedan meter algun exito y financiarse la carrera.