Reportaje Gráfico / Javier Braojos
Muestra de Danza de Andalucía (Parte II)
Textos / José Antonio Triguero
Lugares: Sala Gades, Teatro del Auditorio, Sala Falla, IES Cánovas del Castillo y Teatro Cánovas, miércoles 24 de Febrero.
Lo mejor: La Imperdible con "La mirada transparente"
Lo peor: A la de tres ¡Danza! don "Un patito no tan feo".
Aladetrés ¡Danza! presentó "Un Patito no tan feo", espectáculo para niños que tiraba de estética sin ofrecer nada a cambio. Los elementos escénicos de esta función están muy cuidados, cosa que no quiere decir que lo hayan hecho adecuadamente; el envoltorio es mejor que el caramelo. Una pata (una bailarina) cuida sus huevos, uno muy grande y otro más pequeño. Asistimos al previsible nacimiento de los polluelos. El ciclorama se utiliza para ofrecer tonos y colores que enmarcan movimientos de casi de danza clásica almibarada con formas teatrales muy obvias, convencionales y demostrativas. Las acciones son muy simples y se dan con cucharilla al pequeño espectador; celos entre los patitos, cuidados de la pata madre, aprendizaje del vuelo, dificultades, etc...
Después del nacimiento del patito feo, lo obvio se convierte en ñoño; en el agua fictica podemos ver cómo "el patito" no se adapta mientras el ciclorama abunda en sutilezas seudopictóricas. Cada vez el espectáculo es más deslucido, menos sugerente. Por fin, el patito es descubierto por dos cisnes y siente algo extraño. Por fin, se lanza a la aventura y se va a conocer mundo. Con su petate, vive los peligros del mundo.
Limitados a solo tres actores, la sensación general es de pobreza interpretativa y las peripecias raquíticas y acciones, de excesiva duración. Lentos y repetitivos, tornan la historia en melodrama con la hogareña escena fallida de la madre e hija humanas en la que el tono general ya es de aburrimiento. La niña va recoger setas y ¿a quién encuentra?, al patito aterido de frío, lo lleva a su casa y lo cuidan. Termina todo con una exhibición poco clásica a pesar de la punta insistente de los bailarines, el tutú y las poses aprendidas.
La cía Guillermo Weickert presentó "Días pasan cosas". Comienzan hablando de la energía superpoderosa del público, afirman que "todo es mentira" y rompen a reír exageradamente en una escena interminable que da la sensación de ser ejecutada a discrección. Es decir, que pararían de reir cuando les diese la gana. Mucho texto.
La invasión del texto que ya ha contaminado y vapuleado al teatro, parece que viene ahora con fuerzas renovadas a degenerar también en danza. Nos hicieron vivir una tertulia entre tres personajes que más bien parecía un aburridísimo trabajo de mesa. Era chocante que a pesar de los esfuerzos de esta compañía hacia una línea vanguardista, echen mano del teatro más manido, de aquél que ilustra el texto que se va diciendo. No escatimaron ganas en contar historias que luego demostraban con gestos o pasos de danza.
Pasos de baile de salón, escenas morbosas con aire "provo" algo anticuadas, proyecciones absurdas, impostación de la voz, sobreactuación, humor fácil, equívocos sexuales... y de repente, gravedad en la interpretación, cuadros decorativos, una pareja que ve la tele y un recitativo digno de los poetas de principios del siglo XX, pero que hoy día mueve a lo irrisorio. Un ¿personaje? va enumerando todo lo que había ingerido en 2005; observé que comió pocas alcachofas y que su alimentación era bastante mala. Quizás había una crítica solapada sobre la mala alimentación. No está mal como spot televisivo.
La siguiente formación hizo algo "tan sencillo" como una propuesta de danza. Así es como DA.TE. Danza enfoca "Fronteras".
Una especie de cubo metálico en el que solo apreciamos el esqueleto forma un espacio acotado que ocupa parte de la escena; un ambiente de circo reforzado por la música y la participación escénica de Totó Fabris, da la atmósfera suficiente para un espectáculo nada pretencioso y honesto. La secuenciación de sonidos en directo motiva a los actores que aparecen: él, aéreo y ella a ras de suelo.
Cubos negros suspendidos dentro de la jaula cúbica que sirven para cambiar identidades; cuando se los ponen en la cabeza para describir espacios aislados, impersonales o íntimos producen imágenes sugestivas y danza de calidad, sobre todo por parte del bailarín Maximiliano Sandford. Danza para hablar de espacios, de límites. Lo hacen también con elásticos y con cierto aire postindustrial.
Incluidos los límites artísticos, los bailarines hablan, el músico actúa creando múltiples lecturas, ...lo cotidiano, el amor sin valor, la placidez de la comodidad, romper muros, abrir puertas, el miedo, el juego que inunda la pasión, la risa, el delirio, la armonía, etc...
Es una propuesta sin estridencias, que habla sin gritos ni poses a través de la danza, el swing o el circo. La última escena es elocuente. El músico en un soberbio solo final de saxo, ensancha su límite espacial y parece que echara a los dos bailarines que se van por donde han venido, cada uno de vuelta a su propio camino, el aire y la tierra. Totó se sienta en un cubo negro y toca con todas sus fuerzas como si intentara romper la frontera física del instrumento y de su propia caja torácica. Y al final una reflexión filosófica directa: "¿Te parecen que son tiempos éstos para hablar del alma?".
La compañía sevillana Producciones Imperdibles estrenó "La mirada transparente". Obra con la que dan una vuelta de tuerca más a sus interesantísimas propuestas espaciales en el terreno de la danza.
Como en otras ocasiones, han elegido la calle para cambiar la disposición del público que se sitúa debajo de unas tablas que son transparentes. Así los bailarines disponen de cinco planos de actuación, de modo que puede haber público a los lados, detrás, delante y debajo, éstos últimos bien acomodados en tumbonas; por arriba el espectáculo es observado por el mismísimo cielo convertido en ciclorama de lujo para el que lo ve cómodamente sentado.No es la primera vez que utilizan este tipo de espacio, ya lo hicieron con "Mirando al cielo", se nota que lo tienen estudiado.
Manuel Cañadas fue el responsable de configurar las cuatro coreografías de las que se compone la pieza; ha realizado un trabajo espléndido, limpio, ágil y dinámico. Con cuatro bailarines jóvenes ha conseguido dar unidad y empaque a la propuesta con maestría y sinceridad admirables. Grandes y eternos temas van desfilando por el escenario gracias a bailarines entregados al placer de danzar al unísono.
Sin duda fue lo mejor que pudimos ver este día. Y una maravillosa experiencia para los espectadores, todo estaba medido con justicia sin pretensiones hilarantes ni vericuetos empobrecedores.
Creación en función de lo efímero. Al vivir con intensidad un nuevo punto de vista, la danza queda revalorizada como motivadora de sensaciones y emociones. Un gran trabajo, fresco y elegante al mismo tiempo.
La compañía de danza de Fernando Hurtado presentó “Vórtice”, dirigida por Humberto Canessa, director de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica. Se presenta como la primera propuesta de una trilogía sobre el pintor inglés Francis Bacon. Como punto de partida es un proyecto muy sugerente que quizás necesitara un enfoque más subversivo. No en vano, Bacon es una personalidad artística desmedida, con una vida que le hace merecer el calificativo de maldita. El color blanco domina la puesta en escena, como lugar en el que pintar las obsesiones del pintor, el marco para exhalar la poesía de los cuerpos en movimiento, los exudados desprendidos que definen la memoria y la existencia humana.
El arte como camino de curación y como forma de conocimiento de la fragilidad, la violencia y la autodestrucción que persevera en la naturaleza de hombres y mujeres.
Con una coreografía muy exigente tratan de plasmar la angustia, la idea de la muerte, la parte oscura y la despiadada tranquilidad mortecina de nuestras vidas. Las bailarinas responden con entrega a esa exigencia, logrando momentos de gran intensidad y belleza. Aún así, pienso que no daban la talla porque van al límite, sin ningún respiro, dejando al descubierto todo lo que pueden o no pueden dar de sí. Igual es eso lo que se pretendía pero entonces, quizá, se tendría que haber dejado de lado la destreza técnica, la perfección de cuadros estetizantes, abogando más por un espectáculo orgánico y descarnado. Aún con eso, "Vórtice" está entre las mejores piezas de la MUDA 2010.
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