Por Miguel Ángel Barba
Fotos: Daniel Pérez / T. E.
Fotos: Daniel Pérez / T. E.
Viernes 29 de Abril
Avishai Cohen: Contrabajo y voz
Shai Maestro: Piano
Amir Bresler: Batería
Decía un amigo mío en las inolvidables noches de jazz en el Barbacoa que, cuando durante la actuación de un trío de jazz no echas de menos los “pitos” (en referencia a los instrumentos de viento, ya sean de madera o metal), es que el trío es bueno. Cuanto menos los eches de menos: mejor es.
Yo no tuve la suerte de disfrutar de su directo cuando nos visitó en el Festival de Jazz de 2008. Mi conocimiento sobre Cohem se ceñía a los discos de estudio y algunos vídeos en internet, por lo que no estaba predispuesto para la vitalidad y fuerza impactante de este músico en vivo. Y creo que no soy el único que puede calificar su directo como podero. El músico israelí y sus compañeros de proyecto suponen una verdadera redefinición del concepto de trío de jazz.
Lo más interesante de asistir a este concierto es la sensación de haber completado un amplio periplo musical y un completo viaje etnográfico. Fue entrar y deleitarnos con unos temas de atmósferas smoothjazz, aires a Pat Metheny, pero con frases pianísticas de lo más minimalistas, mezcladas con una voz ronroneante que evocaba a Sting.
Con su pinta de niño gamberrete y su enorme energía e hiperactividad, deshilvanó una red de complejos temas con pulsaciones clásicas y siempre esos toques de minimalismo aportados por el genial, aunque joven músico también judío, Shai Maestro al piano. Este grandísimo pianista merece una mención aparte porque aporta una carga de lirismo a las composiciones que consigue un efecto envolvente en las interpretaciones, gracias a unos interesantísimos arreglos que no tienen nada que envidiarle a las composiciones de Cohem. El concierto se va llenando de temas que exploran su herencia sefardí, las melodías populares y lo arabigo-andalusí. El resultado está más próximo a las músicas étnicas y del mundo que al jazz puro en muchas ocasiones. Pero precisamente esto supone un valor añadido a su música. Porque no parece pretender hacer etnojazz, ni nada por el estilo, el solo toca y se deja llevar por lo que conlleva. Ya aparezca su vena más funk o simples capilares de Jazzrock.
Las paradas y descansos entre temas, se limitan a secarse el sudor, beber un trago de agua y estar listo para comenzar la siguiente. Casi siempre Avishai antes de que el pianista hubiera terminado de beber, lo que intercambió sonrisas cómplices entre ellos.
Amir Bresler, que es de esos bateristas que parece que no están, o que no hacen mucho (al principio), teje complicados espacios rítmicos que van in crescendo, a lo largo del concierto. Aporta las pinceladas jazzísticas en estos temas más experimentales y poco a poco va ganando en protagonismo pero sin pretenderlo. Incluso parte de sus solos se desarrollan integrados en los temas.
Una parte intermedia del concierto nos mostró al Cohem más intimista y cercano, conocido por sus trabajos grabados. Acompañado solo de su contrabajo, al que sabe sacar lo que pocos consiguen de este instrumento, sin miedo a la experimentación, con una impresionante técnica con el arco, considerado uno de los más completos contrabajistas actuales... Canta, nos acuna un poco y nos deja preparado para la última parte en la que, de nuevo en trío, desata varios temas con toda la esencia del latinjazz que atesora y que llevó a un público que llenaba el teatro a corear, bailar y acompañar la recta final del concierto.
Realmente un jazz muy contemporáneo amalgamado con lo más tradicional.
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