Don Juan, autor de operas

Crónica sobre "Io, Don Giovanni" de Carlos Saura/ Alberto Llamas Ros

Largometraje a concurso/ 13 Festival de Málaga Cine Español 

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Fotos: Javier Braojos

Que Carlos Saura inaugure la 13 Edición del Festival de Málaga es un triunfo para el certamen. Hace décadas que se ha convertido en un icono del cine español, con independencia de que gusten más o menos sus películas. “Io, don Giovanni”, como ha afirmado su productor, es una película “a la que hay que tratar como un espectáculo teatral, necesita grandes salas y emitirla en fechas señaladas, no hay que obsesionarse por pasarla en muchos cines y vender muchas entradas.” Precisamente hace quince días se proyectó en el Teatro de la Ópera de Nantes para un público operístico, que según dicen sus autores, le dio una recepción extraordinaria. Hoy está en un festival de cine. Impresionante. Aburrida. Deliciosa. Larga. Perfecta técnicamente. Éstos eran los comentarios a la salida de su estreno.

“Aunque el personaje de Lorenzo Da Ponte es fascinante, lo que más me interesaba es contar el proceso mediante el cual se hace una ópera. Reflejar cómo pudo ser su proceso de colaboración con Mozart para escribir el libreto de Don Giovanni”, ha afirmado Saura tras la proyección de la película.

La historia de este largometraje parece en sí misma un cuento. Dos italianos se dirigieron al productor Andrés Vicente Gómez afirmando que eran productores de cine que buscaban un socio para llevar adelante un proyecto. “No eran productores ni nada parecido, solo eran dos masones que querían hacer un homenaje a una figura muy querida por ellos”. Esta figura, Lorenzo Da Ponte, nació a finales del s. XVIII en Venecia. De familia judía, lo obligaron a convertirse al catolicismo cuando tenía diez años, fue cura, escritor, amigo de Giacomo Casanova y sobre todo, un Don Juan impecable (o pecable, según se mire).

Los italianos presentaron un guión muy largo que Andres Vicente Gómez pasó a Saura. ”Eran 300 páginas, no acababa nunca”, afirma el director. “Da Ponte fue el primero que puso ópera en Estados Unidos, tuvo una vida azarosa y larguísima. Pero yo tenía que concentrarme en algo y lo hice en su relación profesional con Mozart, tuve que investigar a fondo cómo se hace una ópera”. Saura ya tenía experiencia de primera mano tras sus montajes de Carmen con Zubin Mehta.

La película se rodó en decorados de la Ciudad del Cine, en Alicante, y tuvo que interrumpirse por falta de fondos. “Pensé que ya nunca se iba a terminar”, afirma Saura, “pero conseguimos nuevos productores italianos”. “Fuimos a Venecia y Roma e hice personalmente las fotos que luego utilizamos para los decorados”. El largometraje se concluyó finalmente en Roma.

-¿Hay algo de ti en la figura de Don Juan? –le pregunta una periodista.

-Pertenece a nuestros ancestros colectivos, pero yo nunca he sido un don Juan –señala el director- me he limitado a tener hijos con diferentes mujeres. Solo he sido promiscuo en una pequeña época de mi vida. Don Juan vive casi exclusivamente para el sexo, pero en la ópera de Mozart no solo hay tragedia (como en Tirso) sino también humor.

Saura reniega de la palabra creador:

-Suena a algo “divino”. Para mí cada película es un placer, especialmente ésta: trabajar con cantantes de ópera, disfrutar su voz, hasta he hecho planos cortos de cómo mueven la boca para modular la voz, algo casi pornográfico.

-¿Cómo es tener a Vittorio Storaro como director de fotografía?

-Es una persona entrañable, un amigo con el que he trabajado ya en cinco películas y con el que he llegado a una simbiosis tan grande que hasta he llegado a hablar cuatro palabras en italiano con él (se ríe).

-¿”Io, don Giovanni” llegará a más público que a los melómanos? – le preguntan.

-Tanto en flamenco como en tango o fados he intentado abrir caminos. Hay ortodoxos que quizá se molestarán, pero si en el cine no hay aventura es mejor dedicarse a otra cosa. Está el peligro de que a ustedes les parezca horrible lo que hago, pero qué se le va a hacer.